En los mercados se comienza a sentir la cercanía de las elecciones presidenciales en EE.UU del próximo 5 de noviembre. La pasada semana las principales bolsas internacionales no cerraron un balance positivo, a pesar de que algunos datos de confianza en Europa sorprendieron al alza. El Eurostoxx 50 perdió un 0,8% en la semana y el S&P 500 estadounidense retrocedió un 0,96% en su balance semanal. El tecnológico Nasdaq 100, a pesar de marcar su máximo histórico durante la semana, cerró la semana con un paupérrimo +0,14%.
La semana en la que entramos podría ser una semana con relevancia en el mercado dada la gran cantidad de resultados empresariales que se van a conocer, 170 compañías del S&P 500 y 70 del EuroStoxx 600 publican resultados, entre ellas 5 de las 7 magníficas.Se conocerán datos de precios en Europa y de precios y empleo en EE.UU., sin embargo la incertidumbre que generan las elecciones en Estados Unidos amenaza con atenazar cualquier reacción positiva de los mercados.
Históricamente el resultado de las elecciones presidenciales de EE.UU ha sentado bien a las bolsas en el corto plazo, independientemente del partido que se llevará la victoria. En el caso de continuidad del partido que anteriormente gobernaba por la estabilidad que suponía y cuando se ha producido un cambio de partido en el gobierno, debido al aumento de estímulos económicos que habitualmente es implementado por parte del nuevo gobierno.
Sin embargo, en esta ocasión hay una serie de variables que generan una mayor incertidumbre que en ocasiones anteriores y que atenazan la reacción habitual de las bolsas y mantienen a los inversores en vilo.
En primer lugar, el momento del ciclo de política de tipos en que nos encontramos. La economía de EE.UU se presenta resiliente y parece encaminarse a un aterrizaje suave siempre que la FED continúe con su programa de bajada de tipos. Cualquier medida política o fiscal que le llevase a cambiar este guión puede comprometer el esperado aterrizaje suave. En segundo lugar, la baja maniobrabilidad que va a tener el nuevo gobierno en el gasto público, si quiere mantener un déficit razonable. El déficit actual ronda el 6-7% y no sería asumible un mayor incremento, incluso si llegase una recesión. Las medidas habituales de estímulo de los nuevos presidentes, aumentando el gasto público, deberían ser a cargo de un aumento de impuestos y esto no suele ser bien digerido por las bolsas.
En esta ocasión los republicanos abogan por reducir los impuestos y el gasto público, por lo que los estímulos para la economía se limitan a un aumento de la masa monetaria por reducción de impuestos, medida que puede ser inflacionaria y comprometer las previsiones de reducción de tipos de la Fed. Los demócratas apuntan a subida de impuestos y aumento del gasto social, medidas que exigen un delicado equilibrio con el riesgo de comprometer el crecimiento económico y que además no son atractivos para los mercados.
Todo esto genera nervios entre los inversores que verían con buenos ojos una moderación en el gasto público y medidas que no comprometan la difícil papeleta de la FED para no hacer descarrilar la economía. Quizás la mejor alternativa para que esto suceda es que el resultado de las elecciones dé lugar a un congreso dividido, ya que podría suponer una limitación del gasto y una moderación del déficit. Este es uno de los escenarios que, a raíz de las últimas encuestas, está tomando fuerza.
El posicionamiento para afrontar la incertidumbre de las próximas semanas apunta a mantener la prudencia en renta variable y ajustar el posicionamiento en la renta fija hacia la calidad investment grade. Hacer apuestas estas semanas puede salir caro. La incertidumbre siempre genera oportunidades y un posicionamiento prudente, ante eventos de este tipo, no es incompatible con permanecer despierto en el momento post electoral para incrementar activos de riesgo con mayores fundamentos.