La dimisión del consejero Cohn no fue una buena noticia, ni para los mercados ni para el sentido común, cosa de la que ha vuelto a hacer gala el presidente Trump con el tema de imponer aranceles al acero y al aluminio. Pero la cosa no se queda ahí. Si algo hemos aprendido de la historia es que no hay ganadores en una guerra comercial.
Durante la campaña electoral, Trump tildó a los ejecutivos de Wall Street como villanos codiciosos. Curiosamente, posteriormente los escogió para puestos claves en la Administración donde tuvieron un papel relevante a la hora de implementar fuertes recortes de impuestos corporativos. Brokers de mucho peso en Wall Street reconocían que lo único que les tranquilizaba pese a estar Trump en la Casa Blanca era que Cohn estaba también ahí.
Pero las cosas cambian y el guión más aún. Primero fue la marcha de una ex Goldman Sachs (NYSE:GS), Dina Powell, ahora Cohn. En las horas siguientes a su anuncio, los futuros del S&P 500 cayeron más de un 1%, las acciones de los bancos también y Goldman Sachs cayó un 2%.
Pues bien, cuando parece que la cosa está mal, esperen, porque aún puede ir a peor. Resulta que Trump está pensando seriamente incluso imponer más aranceles a las importaciones del gigante asiático por el presunto robo de propiedad intelectual. Parece que de momento, lejos de amilanarse tras las amenazas de aranceles de la UE, continúa con su escalda de delirios de grandeza.
Su discurso se basa en varios pilares:
- El déficit comercial con China equivale a dos tercios del déficit comercial total del país y en su opinión esto destruye la industria y el empleo.
- Las medidas protegerán la industria y los empleos de la competencia desleal ya que los aranceles son necesarios porque China usan terceros países para enviar acero a Estados Unidos ocultando el origen.
Una de las reacciones que pudimos ver a todo esto fue que el dólar cayó y el yen se fortaleció, algo lógico puesto que el billete verde siempre ha caído frente a la divisa nipona (USD/CJPY) tres meses después de sucesos similares a lo que quiere hacer Trump: año 1971, -7,9%; año 1983, -1%; año 1985, -8,5%; año 2002, -5,8% y año 2016, -8,1%. Sólo una excepción, en 1995, +5,6%.
Por tanto, las primeras reacciones fueron que el yen japonés salió reforzado (llegó a niveles del año 2016) y un poco menos el franco suizo. El dólar por su parte se debilita y otras dos divisas podrían tener problemas, tales como el dólar canadiense (se depreció a niveles de julio) y el peso mexicano. Respecto a las materias primas, podrían verse afectados negativamente los precios de la energía, así como los productos industriales. Lamentablemente, toda escalada de retórica bélica comercial llevaría al dólar más abajo, ya que los mercados se enfocan en las debilidades estructurales del déficit de EE.UU., pero también podría extenderse a una debilidad en las divisas de mercados emergentes.
En realidad, y como bien señala un estudio realizado en una universidad norteamericana (no recuerdo ahora mismo cuál era), todo esto sería visto como un elemento negativo y pernicioso en la carrera presidencial de Trump, aunque también es verdad que al venderlo envuelto en la bandera del patriotismo seguramente muchos de sus adeptos estén contentos, pero no todo signo de patriotismo tiene por qué ser favorable, existen límites en un mundo globalizado como es el caso.
Así las cosas, no sería nada de extrañar asistir a recortes en los mercados en el corto plazo, cosa que sería hasta lógica y sana, puesto que a los inversores no les gustan las sorpresas y las incertidumbres, pero en modo alguno daría al traste con la inercia alcista que ondea para el presente ejercicio. Lo que sucede es que claro, en los últimos 14-15 meses hemos recibido muchas sorpresas y las bolsas hicieron caso omiso y siguieron subiendo, pero en algún momento tendrán que pararse a reflexionar sobre lo que está sucediendo y las consecuencias que puede originar (caída del PIB, pérdidas de empleo, encarecimiento de productos y servicios para los ciudadanos, aumento de la inflación, riesgo incluso de deflación, guerra comercial global).
¿Y quién sustituirá a Cohn? Pues se habla que podría ser Peter Navarro, un economista anti China que favorece las medidas proteccionistas (ha apoyado vehementemente las tarifas de acero y aluminio en los últimos días) y que ha escrito bastante sobre la amenaza militar y económica de China a los Estados Unidos. Estaba claro, Trump quita del medio a quien no le sigue el juego y pone en su lugar a alguien tan acérrimo en este tema como él mismo.