En la semana recién terminada, había dos citas marcadas en el calendario de todo inversor:
- Banco Central Europeo: no se esperaba realmente nada, ni que subiesen tipos de interés, ni que diesen pistas claves acerca de cuándo pondrán punto y final al programa QE.
Y es que la fortaleza del euro, que ha llegado a superar los 1,20 dólares tocando máximos de dos años y medio, supone toda una rémora para que Draghi se atreva a meter mano a las medidas monetarias que están en vigor.
La cuestión es la siguiente: aunque la inflación no ha alcanzado el objetivo del 2%, es cierto que está en buena senda apoyada por el crecimiento económico de la eurozona, hecho que no justifica mantener todavía una política monetaria con tintes acomodaticios, pero es que si se retiran las medidas el euro saldría más fortalecido aún si cabe y lastraría las exportaciones. Todo un círculo vicioso que no tiene salida fácil.
Por tanto, el escenario “lógico” es retrasar el tapering, por lo que los recortes de los volúmenes mensuales de compra de deuda serían en el 2018.
- Tema de Cataluña: no hay que mirar mucho tiempo atrás para recordar que cuando sucedía algo en el mundo, a nada que se saliese de lo habitual, las bolsas caían con virulencia. Pero los mercados y, por ende, los inversores, han madurado y ya hay pocas cosas que asusten y provoquen caídas, y en tal caso se recuperan en uno o dos días.
Es lo que sucede con el referéndum y el tema de la independencia de Cataluña, que nadie se lo cree y todo el mundo sin excepción tiene muy claro que no habrá independencia. Fíjense, el Ibex no ha reaccionado jamás en contra, ni el euro, ni el resto de plazas europeas. Y, seamos sinceros, si de verdad pensasen lo contrario, todo dios estaría vendiendo España y abriendo cortos. Eso sí, todo esto es a fecha de hoy, veremos más adelante.
* Aunque no tiene ninguna fecha, es evidente que lo que más preocupa a los mercados es el conflicto EE.UU. vs Corea del Norte. Los movimientos de la renta variable y de los activos refugio (oro, bund, yen, franco) irán en consonancia con lo que vaya sucediendo, de manera que vaticinar ahora cualquier cosa es hablar por hablar, porque ni los dos países saben a día de hoy qué pasará.
Pese a todo lo expuesto, las bolsas tranquilas. La volatilidad sigue en niveles aceptables y el sentimiento de los inversores también, por lo que todavía no se advierten señales negativas.