Premonitorio el análisis que hacía en mi artículo de la semana pasada dando el banderazo de salida a las compras amparadas en una inundación de liquidez. Por un lado, porque ha sido la mejor semana en el IBEX desde 2008 y en general en las bolsas europeas, y por otro, porque el Banco Central Europeo sorprendió añadiendo más regadío a los mercados con 600.000 millones de Euros más para la compra de activos. Pero vanidad aparte (nunca ha sido mi estilo), y aunque solo sea porque no hay cuento perfecto, la velocidad de subida de las bolsas de la semana pasada ha generado cierto resquemor respecto a su comportamiento futuro.
No trato de aguar la fiesta, porque de fiesta hay que calificar las subidas de casi un 11% en las bolsas europeas, casi un 5% en el S&P 500 y el Nasdaq otra vez en máximos históricos. Las bolsas se beneficiaran de la liquidez y marcaran un recorrido alcista pero los ejercicios anaeróbicos como los de la pasada semana pueden dejar fatiga y quizás alguna lesión en el corto plazo.
Va a ser difícil que continúe la sed de toma de posiciones que vivimos la pasada semana. Un frenesí cargado de síndrome FOMO (Fear of Missing Out) o temor a quedarse fuera de la subida. Cualquier asesor que se precie aconsejará en la situación actual una toma de posiciones ordenada y progresiva. Pero el comportamiento de los mercados de la pasada semana presenta un cuadro demasiado emocional para ser considerado como consistente a corto plazo. Se intuye la entrada de un volumen alto de inversores minoristas.
Hay aspectos muy esperanzadores como la reacción de los mandatarios comunitarios en esta crisis, con la creación del fondo europeo de reconstrucción, en unión con las medidas del Banco Central Europeo. Podemos estar viviendo el momento de mayor fortaleza de la Unión Europea y así lo refleja la revalorización de su divisa las últimas semanas. Ahora también sabemos que une más la pobreza que la riqueza y que quizás sea el momento de que Europa deje de estar penalizada por sus conflictos internos y desunión. Todo esto está impulsando a los mercados europeos de renta variable, habitualmente rezagados, y a la deuda periférica. La desescalada sin rebrotes está permitiendo que el ritmo de vuelta a la actividad económica en la mayoría de los sectores esté siendo bueno, incluido el sector servicios, el más penalizado en esta crisis. En EE.UU. el impacto en el empleo está siendo menor del previsto según los datos de creación de empleo del mes de mayo que sorprendieron gratamente con la creación de 2,5 millones de empleos y la reducción de la tasa de paro hasta el 13,3%.
Todo esto dibujará un comportamiento alcista de las bolsas y la vuelta al interés por el crédito pero en el medio plazo. Pero no sería razonable una recuperación en “V” de las bolsas, como la que presupuesta el comportamiento de la pasada semana, si la recuperación de la economía es en forma de “U”, como predicen los datos que se van conociendo. Todavía el comercio internacional está ralentizado, no se han normalizado los vuelos y las previsiones en Europa para el PIB de 2020, realizadas por la presidenta del BCE Christine Lagarde, son de un -8,7%.
Sabido es que las bolsas se adelantan al comportamiento de la economía real pero un desacople en el ritmo puede provocar, en un momento dado, un ajuste en bolsas mayor del deseado. Y todo esto a pesar de la abundante liquidez que tenderá a inflar las valoraciones de los activos por encima de sus valoraciones ajustadas a beneficios, pero debería ser a un ritmo paralelo y no desacoplado de la evolución de los fundamentales económicos.
Esperamos esta semana un cierto mal de altura y una recogida de beneficios que podríamos considerar como sano para ajustar la tendencia de las bolsas al ritmo de recuperación de la economía. Es la forma de evitar ajustes más abruptos en el futuro y que además nos obligaría a estar en un estado de alerta continuo. La intervención de Jerome Powell, tras la reunión de tipos de la Reserva Federal estadounidense del próximo miércoles, podría ser un catalizador de la corrección de esta semana.
El inversor debe mantenerse atento a los ajustes que podríamos vivir las próximas semanas y aprovecharlos para tomar posiciones en renta variable de manera progresiva y ordenada, y siempre respetando el nivel de riesgo que marca su perfil de inversor.