Esta semana el FMI ha revisado las previsiones económicas a nivel mundial gracias al sustento de países como Estados Unidos, Alemania y Japón. España se quedaba en esta ocasión como el “patito feo” ya que incluso le han rebajado la previsión de crecimiento.
En acuerdos internacionales tenemos una de cal y otra de arena. Hasta once países firmarán en marzo el acuerdo libre de comercio transpacífico (TPP), abandonado por EE.UU. En cambio, el acuerdo TLCAN sigue enquistado con Estados Unidos queriendo irse. Trump está rompiendo con todo aquello que sus predecesores lograron, su legado dejará mucho que desear.
Pero vamos a lo que importa, las referencias macro siguen viento en popa. En Europa, el índice ZEW de confianza económica marcaba 20,4 cuando se esperaba bastante menos, los PMI indicaban fuerza en el sector servicios. En Estados Unidos el dato preliminar del PIB se mantenía en 2,6% (aunque es verdad que se esperaba ligeramente más alto) y en Japón, las exportaciones crecían un 9,3% y el PMI manufacturero marcaba máximos de cuatro años, aunque la parte negativa es la de siempre, la inflación que no crece (1%) y sigue lejos del objetivo del Banco de Japón del 2%.
Se ha comentado durante la semana que la Unión Europea estaría dispuesta a ser flexible en algunos aspectos del Brexit para poder alcanzar un acuerdo en el mes de marzo. Este hecho animó a la libra esterlina y se fortaleció frente al resto de divisas.
Y no olvidemos los bancos centrales. Draghi confirmó que apenas hay posibilidades de que la primera subida del tipo marginal de depósito se produzca antes de final de año. John Williams (Fed) se muestra optimista con la marcha de la economía norteamericana y piensa que la entidad podría acelerar el proceso de normalización con incluso cuatro subidas de tipos de interés.