Un día más, durante la sesión de AYER, el Covid-19 volvió a ser el factor determinante que condicionó el comportamiento de las bolsas europeas y estadounidenses. La propagación del virus tanto por Europa como por EE.UU. y el temor a que las medidas que están adoptando los distintos gobiernos y las empresas terminen teniendo un impacto muy superior al en principio estimado en el crecimiento económico global, provocó AYER que nuevamente los inversores en los mercados citados optaran por reducir sus posiciones de riesgo, principalmente en renta variable y en bonos de los países de la periferia del euro, y volvieran a refugiarse en activos como los bonos del Tesoro estadounidense, el bono alemán, el oro, o divisas como el yen o el franco suizo.
Todo ello provocó que al cierre de la jornada los principales índices europeos y estadounidenses terminaran con fuertes caídas, que fueron más pronunciadas AYER en Wall Street, en una sesión en la que, a pesar de hacerlo mejor en términos relativos, los valores de corte defensivo no fueron capaces de evitar las pérdidas. Por su parte, la rentabilidad del bono 10 años estadounidense, activo que está sirviendo de refugio a muchos inversores estadounidenses y extranjeros, cerró a su nivel más bajo de la historia, lo que también ha llevado a los tipos hipotecarios del país a situarse a niveles no vistos en EE.UU. anteriormente (AYER cerró cerca del 3,3%).
Cabe señalar que los inversores siguen esperando nuevas actuaciones por parte de los bancos centrales. Así, se espera i) que el Banco de Inglaterra (BoE) reduzca sus tasas de interés de referencia en la reunión de finales de mes de su Consejo de Política Monetaria; ii) que el Banco de Japón (BoE) anuncie en las próximas semanas nuevas medidas de política monetaria acomodaticia; y iii) que el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed), que se reúne la semana que viene, se plantee una nueva rebaja de sus tipos de interés de referencia, rebaja que vendrá condicionada a cómo haya evolucionado la epidemia en el país en los próximos días. Lo que no está tan claro es lo que quiere y puede hacer el BCE, que a día de HOY es uno de los bancos centrales con menor capacidad de maniobra.
Es por ello que los inversores esperan que en el caso europeo sean los países los que intenten minimizar con políticas fiscales agresivas el daño que en la economía puede terminar haciendo la crisis sanitaria. El problema en este caso es también la falta de margen de maniobra, con muchos países de la región presentando elevados niveles de endeudamiento, además, como es el caso de España, entre otros, de elevados déficits públicos. No obstante, todas estas medidas servirán, sobre todo, para intentar recuperar el crecimiento económico una vez se supere la epidemia, ya que vemos complicado que tengan efecto en el corto plazo, salvo el de inundar de liquidez el sistema para ayudar a que las empresas más afectadas en su actividad se queden sin ella, algo nada desdeñable, por otra parte.
Así, y mientras no se controle la epidemia o esta remita por su cuenta, el miedo de los inversores al impacto de la misma en el crecimiento de las economías mundiales y en los resultados de muchas compañías cotizadas seguirá impulsando la volatilidad al alza en las bolsas, y la volatilidad es el principal enemigo de la asunción de riesgos. HOY, en principio, esperamos que las bolsas europeas abran claramente a la baja, continuando de esta forma la huida de los inversores de sus posiciones de mayor riesgo. Además, y en el corto plazo vemos complicado que cambie esta tendencia, al menos hasta que se anuncie un tratamiento para la enfermedad que tranquilice los ánimos y/o una vacuna, algo que no esperamos vaya a ocurrir de forma inminente.
Por lo demás, comentar que en la agenda macro del día destaca la publicación esta tarde en EE.UU. de las cifras de empleo no agrícola del mes de febrero, cifras que se esperan sigan siendo positivas. El problema es que, a los inversores, en un escenario macro que está cambiando de forma tan brusca, los datos pasados, por muy recientes que sean, les aportan muy poca información. Así, para hacerse una idea del verdadero impacto que la crisis sanitaria está teniendo en las principales economías desarrolladas habrá que esperar a las cifras de marzo.