En el mundo de la inversión la inmensa mayoría de la gente comienza equivocándose, con un monumental error, es decir, empieza por donde no se debe. Y lo desolador es que se asume como algo “normal” ya que, entre otras razones, la educación económica en España es prácticamente nula. Se nos podría considerar casi como analfabetos financieros y con bastante razón.
No tiene ni pies ni cabeza emprender tu vida como inversor a través de la compra de acciones de empresas, y hoy te voy a explicar el porqué desde el punto de vista de dos realidades enfrentadas:
La primera se basa en cómo las adquiere cualquier persona sin apenas conocimientos previos. Esta suele hacerlo por intuición o, sencillamente, porque lee una recomendación en un foro o incluso se fía de la sugerencia que aparece en la prensa salmón, la especializada en economía.
La segunda consiste en cómo las obtiene una firma, un fondo o ente similar. Lo que se llamaría gestor profesional o inversión activa. Dichas empresas cuentan con analistas especializados en sus plantillas. Pueden ser cinco, diez, veinticinco o muchos más si hablamos de multinacionales. Estos expertos se dedican, en exclusiva, al estudio de compañías de lunes a viernes durante toda la jornada laboral. Investigan cuáles comprar, fijan los precios para contar con margen de seguridad y, además, tienen la ventaja de concertar entrevistas con las mismas con facilidad. A pesar de todo este trabajo, no logran batir al mercado o benchmark (índice de referencia).
Según Morningstar, 9 de cada 10 gestores profesionales ─los que adquieren solo las acciones con mayor potencial del índice─, no superan a la compra directa del índice en periodos de una década.
Pongamos ahora en contexto las dos realidades: un gestor profesional o fondo con personal especializado y formado que a tiempo completo analiza empresas en profundidad y que tiene herramientas competitivas e información detallada, pero que no consigue batir al mercado en 9 de cada 10 casos. Y luego, a una persona sin formación que selecciona acciones o empresas por intuición o por lo que lee en los foros. ¿Quién piensas, realmente, que tiene mayores probabilidades de obtener rentabilidad?...
Cae por su propio peso. Un inversor principiante jamás debería adquirir acciones sueltas de compañías, pues su rendimiento será aún peor que el del 90 % de los gestores o fondos de inversión profesionales.
Entonces, ¿cuál es el camino por el que debe empezar un ciudadano de a pie? ¿Cómo puede obtener mejores resultados que la gran mayoría de expertos?
Emprende con lo que se llama inversión pasiva o indexación... Y el razonamiento es muy sencillo: si solo 1 de cada 10 profesionales bate a su benchmark o índice de referencia y podemos comprar invirtiendo directamente en el mismo… ¡Eureka! La mejor opción es adquirir un producto que replique el benchmark, indexarse o armar una cartera pasiva.
Es probable que en este punto te estés preguntado a qué nos referimos cuando hablamos de cartera pasiva. Se trata de una inversión óptima para todo tipo de personas que se gestiona con mucha facilidad. Básicamente es una cartera que con dos productos ya puedes tenerla articulada, aunque es habitual usar tres o incluso cuatro de diferente índole.
En este caso, siempre replican un índice y nunca, por el contrario, acciones sueltas, por lo que no tienes que estar analizando y escogiéndolas de forma regular. Imagina a modo de ejemplo que dedicas un 50 % a comprar uno de renta variable como el Eurostoxx y el 50 % restante a adquirir otro de renta fija que reproduzca el bono alemán. Ya lo tienes en tu mano, no necesitas más que ajustar esos pesos una única vez al año.
En próximos artículos explicaré al detalle cómo es una cartera pasiva o indexada que se compone solo de dos productos similares a los que acabo de citar y que te permitirá batir al 90 % de los resultados de los fondos, planes de pensiones y equivalentes que puedes encontrarte en el mercado actual.