En esta serie de artículos que hoy comienza, analizaremos los productos derivados, detallando qué son y para qué se utilizan.
Vamos al lío…
Un producto derivado es aquél cuyo valor se “deriva” del precio de otro activo, denominado activo subyacente. En general, estos productos se podrían definir como acuerdos de intercambio a plazo, instrumentados como contratos de compraventa sobre el objeto de la compraventa (subyacente).
Una de sus características principales es el efecto de apalancamiento financiero que se consigue con su uso, pues para su negociación solamente se requiere desembolsar una parte del principal (margen o prima), en contra de lo que ocurriría si se realizara la operación en el mercado de contado (desembolso total).
Solamente nombrarlos y la gente tiende a pensar que son instrumentos con un alto riesgo y tremendamente complicados. Los productos derivados pueden tener un alto riesgo, después de todo fue por un uso indiscriminado de estos lo que condujo al colapso de Lehman Brothers y a pérdidas millonarias en muchas instituciones financieras en la reciente crisis. Sin embargo, no es verdad que estos instrumentos sean inherentemente peligrosos o con un alto nivel de riesgo. De hecho muchos de estos derivados tampoco son complejos. Fueron creados en su mayoría para reducir el riesgo que soportaban organizaciones e individuos.
Los derivados no son un producto nuevo, llevan con nosotros cientos de años. Sus orígenes se remontan a los mercados de materias primas, donde los productores necesitaban un mecanismo para protegerse de las fluctuaciones del precio, debido a los picos en la oferta y la demanda. Para asegurarse un precio antes de obtener la cosecha o determinada materia prima. Productores y comerciantes llegaban a un acuerdo a futuro.
Este contrato especificaba la cantidad y precio de la materia prima a entregar, en una determinada fecha futura. Así fue como nacieron los primeros contratos Forward. Estos primeros contratos introdujeron en los negocios un elemento de seguridad y certeza, y consiguieron una gran popularidad. Todo esto desembocó en la apertura del primer mercado de derivados del mundo, el Chicago Board of Trade en 1848.
Pronto se desarrollaron contratos de futuros que permitieron estandarizar las calidades y las cantidades de las materias primas que se negociaban por un precio fijo futuro y una fecha estandar de entrega. Al contrario que los primeros contratos “Forward” los contratos de futuros podían ser negociados por si mismos.
Estos fueron poco a poco extendiéndose a una gran variedad de materias primas y negociandose en cada vez más mercados. El primer contrato de futuro sobre un subyacente financiero, no vio la luz hasta 1975. Esto preparó el terreno para el crecimiento exponencial en innovación de producto y volumen de negociación que pronto le siguieron…
¿Para qué se usan los productos derivados?
Su uso nos brinda la posibilidad de establecer tres tipos de estrategias operativas:
- Cobertura
- Especulación
- Arbitraje
¿Qué es una cobertura?
Es una técnica empleada mayoritariamente por gestores de fondos e instituciones para reducir o eliminar el riesgo que se deriva de la fluctuación del precio del activo subyacente.
Por ejemplo, un gestor que mantuviese una posición compradora o “larga” en el activo al contado se podría cubrir con una posición vendedora o “corta” en el mercado de futuros. La situación inversa, es decir, una posición “corta” en el activo al contado, se cubriría con una posición compradora o “larga” en el mercado de futuros.
Y cómo solía decir Mayra Gómez Kemp en el “Un, dos, Tres”, hasta aquí puedo leer…