Trump declara la guerra institucional

Los mercados que se presentaron a las elecciones estadounidenses cuentan con la misma confianza que las encuestas electorales, que presentaron a Biden con un 90% de probabilidad de victoria y sugirieron que al final tendríamos una respuesta clara e inequívoca.
 
De hecho, en las dos últimas sesiones hemos visto un repunte casi eufórico, justificado sólo mínimamente por el exceso del descenso acusado la semana pasada. El índice SP500 agregó ayer otro 1,78% a la recuperación del lunes (la misma ganancia para el índice Nasdaq100).
 
Los índices europeos parecían aún más seguros, con Eurostoxx50 en + 2,62%, Dax en + 2,55% y Futuros FTSE MIB en + 3,19%.
 
En cambio, la noche trajo un resultado que una vez más negó en gran medida las certezas de los encuestadores, los medios y los propios mercados. En realidad, el resultado final aún no está ahí, porque tendremos que esperar al menos un día más para tener el conteo de los muy numerosos votos por correo en un póquer de estados clave: Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Georgia.
 
Pero lo que ha demostrado el resultado provisional es que la batalla se ha vuelto muy equilibrada y que una vez más Trump ha sido subestimado por los encuestadores. Su sprint electoral logró atraer mucho más consenso del que se le atribuyó en la víspera, aunque la brecha a favor del retador Biden se había reducido al 6-8% de diferencia, frente al 12% que se fotografió a principios de octubre, cuando Trump estaba en el hospital enfermo de Covid-19.
 
Incluso los mercados daban la impresión de apostar demasiado pronto por un resultado claro, que solo podía ser así con una victoria de Biden ya en el recuento de votos emitidos personalmente ayer en los colegios electorales. Victoria que flagrantemente faltó, confirmando la escasez del candidato demócrata que, si gana, lo hará gracias a los primeros votos por correo y al deseo de muchos estadounidenses de taparse la nariz para perseguir al magnate arrogante y vergonzoso de la Casa Blanca.
 
Todo parecía posponerse hasta mañana, esperando que hasta los últimos estados terminen sus conteos y nos entreguen certezas. La situación, congelada al final del primer día de conteo, ve una ligera ventaja para Biden en los estados ya asignados, pero una ventaja para Trump en los 4 estados en la balanza en la que aún queda mucho por contabilizar el voto anticipado. Se avecina una llegada al final de la foto mañana o viernes, con la posibilidad de que ambos aún estén abiertos, incluso si el voto por correo debería traer algo de combustible a la carrera de Biden.
 
Podría haber terminado así, pero antes de irse a la cama, los dos candidatos quisieron enviar su mensaje a sus seguidores. Biden manifestó su confianza en la victoria y la necesidad de esperar a que se cuenten todos los votos. Nada llamativo, como corresponde al personaje.
 
Trump, en cambio, declaró la guerra. Habló desde la Casa Blanca afirmando que había ganado las elecciones ("una gran victoria") y que fue testigo de cómo opositores intentaban robar la presidencia de Estados Unidos con votos falsos. Prometió oponerse a este intento e ir directamente a la Corte Suprema.

Es el esquema que ya llevaba tiempo anticipando: el voto por correo no vale nada para él, ya que se presta a las estafas. Como las urnas le dan ventaja, ganó y el voto por correo no debe contarse. Pero la ley electoral estadounidense no lo dice. Para hablar de los escenarios que se pueden presentar ahora y como establecer estrategias ante los resultados, pueden inscribirse en la página del Instituto Español de la Bolsa. 
 
Si consideramos que es el presidente de Estados Unidos, es una declaración muy seria, en abierta contradicción con la ley y la soberanía del pueblo, que debe garantizar. Me atrevo a decir un intento de golpe institucional, con la deslegitimación del voto popular y la promesa de oponerse.
 
Esto confirma el motivo del apresurado nombramiento del juez Barrett, a su favor, a la Corte Suprema, para obtener una abrumadora mayoría de 6 jueces pro-republicanos contra 3 pro-demócratas en el máximo órgano judicial constitucional, que decidirá sobre los recursos electorales. Evidentemente, el plan se había estado preparando durante algún tiempo.
 
El comunicado ha confundido a comentaristas y mercados financieros, con fluctuaciones que evocan toda la confusión que provoca este acto sin precedentes y que podría incitar a algunos agitados a la revuelta.
 
Un acto inédito, pero no inesperado, que coincide casi exactamente con la predicción que hizo ayer un aficionado al análisis político como yo en las últimas líneas del comentario.
 
Solo tengo que recurrir a la teoría de las ondas: el S&P 500, luego de haber concluido la onda bajista 3 de (C) tuvo que implementar el rebote de la onda 4 y luego realizar la última estocada bajista con la onda 5 para concluir la corrección en los lados de al menos 3,100.
 
Ayer llevó adelante la onda 4. Si el caos institucional implementado por Trump se desmorona, entonces comenzará el último impulso bajista de la corrección iniciada el 2 de septiembre pasado, que quizás terminará cuando uno de los dos contendientes acepte la derrota. Habrá tiempo para hablar de ello.