Record histórico del Nasdaq en la sesión de ayer y superación de la barrera psicológica de los 6.000 puntos por primera vez en la historia.
La revalorización acumulada desde la victoria de Trump el pasado noviembre se nutre principalmente de esperanzas sobre su capacidad para reconducir la situación económica de Estados Unidos mediante un amplio y agresivo programa centrado fundamentalmente en rebajas fiscales, inversiones, nueva regulación y repatriación de capitales.
Esperanzas que han permitido mayor confianza a los inversores, más demanda y alzas de casi un 20% en el índice tecnológico,
En dinero contante, ajustado por inflación, el Nasdaq aún cotiza sustancialmente por debajo de sus máximos alcanzados en la burbuja tecnológica de hace 17 años.
La espantada reciente a máximos ha sido posible gracias a dos factores que el mercado ha descontado con gran inmediatez y optimismo, según reflejan las huellas plasmadas en gráficas de evolución de cotizaciones.
La victoria de Macron en las elecciones francesas fue fue el revulsivo para el rally del lunes y las promesas fiscales de Trump para el de ayer.
El cuadro siguiente recoge las propuestas formuladas por los dos partidos contendientes a la segunda vuelta de las elecciones francesas, ahora que el “establishment” político de los últimos 40 años, gobernado los dos grandes partidos, ha sido castigado en las urnas y sus posibilidades han desparecido.
El partido de Macron mantiene ventaja en intención de voto, con cerca del 60% frente al 40% de Le Pen.
El anuncio de propuestas de Trump se recibió ayer por sorpresa, aunque sorprende más aún la reacción del mercado después de la incapacidad de Trump para conseguir apoyos suficientes para derogar el programa de salud Obama Care y las dudas suscitadas sobre su habilidad para desbloquear asuntos tan controvertidos e interconectados como la reforma fiscal o el techo de deuda.
Esta semana Trump cumple 100 días en la Casa Blanca y necesita noticias de impacto para contrarrestar la baja popularidad y desafección que ha granjeado desde su llegada. Necesita maniobrar con rapidez y de manera contundente para frenar la creciente desconfianza que irradian su persona y equipo.
Estos primeros cien días coinciden con la fecha en que el Gobierno debe acordar con el resto de la cámara la aprobación de una partida presupuestara extraordinaria para poder continuar atendiendo sus obligaciones, ahora que el techo de gasto ha sido superado y comienzan los preparativos para la negociación de su nuevo aumento.
Trump cedió ayer y retiró la petición al Congreso de financiación para levantar el muro con México, en una maniobra o concesión intencionada para facilitar la aprobación de la partida extraordinaria que necesita para evitar el famoso “Shutdown”.
Este viernes finaliza el plazo para alcanzar acuerdo y con numerosas agencias del gobierno sin dinero para continuar operando, es imprescindible agasajar a la mayoría de miembros Republicanos y Demócratas para evitar un “cierre administrativo” del Gobierno.
Las negociaciones podrían extenderse una semana más, el consenso espera que finalmente aprobarán una extensión de la financiación suficiente para poder atender los gastos hasta septiembre, fecha en que negociarán de nuevo el aumento del techo de deuda.
Si no consiguen acuerdo para extender la financiación durante los próximos días, habrá gran volatilidad en los mercados financieros.
Recudir los tipos impositivos a las empresas hasta el 15%, tal como pretende la administración Trump es una propuesta, en principio, positiva para las posibilidades económicas y aumento de inversión productiva, pero negativa para el presupuesto de Estados Unidos y evolución futura de las cuentas públicas y deuda.
Rebajar la factura fiscal a las empresas supone un verdadero agujero para las arcas públicas. En grandes cifras, la administración americana recauda alrededor de 350.000 millones de dólares al año en impuestos a las empresas y reducir el tipo hasta el 15% supondrá reducir la recaudación hasta 150.000 millones, el agujero es próximo a los 200.000 millones de dólares.
Un agujero que multiplicado por diez años sube hasta los 2 billones de dólares y esa cifra supera ampliamente los límites establecidos en la ley para poder aprobar semejante medida. Sin embargo, Trump dice estar convencido de que el agujero desaparecerá y será compensado por la mejora económica que generará.
Una apuesta muy discutible en vista de la fragilidad crónica de la demanda y el consumo, de la marcha de magnitudes como la productividad, demografía o el endeudamiento privado, corporativo y público.
El controvertido Reagan también apostó fuerte por una reforma fiscal y fuertes reducciones de impuestos que se iban a pagar solas, no fue así. La deuda de Estados Unidos estaba en 930.000 millones de dólares cuando llegó a la presidencia y en 2,8 billones cuando se fue. La rebaja de impuestos no evitó el imponente aumento de deuda que se avecinaba.
Por aquel entonces el país podía permitirse elevar su deuda para incentivar el PIB, hoy la cuestión es bien distinta. La deuda se ha desbocado y supera los 20 billones dólares y supone el 105% del PIB, frente a menos del 40% del PIB que había cuando llegó Reagan.
Observando los tipos impositivos a las empresas en distintos países, es comprensible que Estados Unidos los rebaje acercando su gravamen a la media. Dada la situación de endeudamiento del país, bajar hasta el 15% parece excesivo.