Por Alastair Macdonald y Jan Strupczewski
BRUSELAS (Reuters) - Justo cuando parece que Londres empieza a asumir la idea de que va a necesitar un acuerdo temporal de transición con Bruselas para amortiguar los efectos de su salida de la Unión Europea (UE), la capital británica podría encontrarse con que la posición de los líderes europeos se ha endurecido.
Durante meses, la hipótesis de trabajo en Bruselas ha sido que sería imposible gestionar la salida de Reino Unido del club comunitario con 2019 como fecha límite sin un acuerdo temporal de transición que regule las condiciones comerciales hasta que pueda forjarse un acuerdo definitivo.
La idea cuenta con el apoyo de los sectores empresariales a ambos lados del canal, que quieren minimizar la incertidumbre, y de los tecnócratas a cargo de alcanzar este acuerdo, que argumentan que el pacto definitivo no se finalizará a tiempo. A los únicos a los que no parecía gustarles era a los extremistas en Londres, que se inclinaban por una ruptura clara.
Pero, ante la reciente relajación de la postura de la primera ministra británica, Theresa May, en la retórica "Brexit significa Brexit" para evitar dejar a las empresas "al borde del precipicio", la posición de los líderes europeos aparentemente se ha endurecido.
Altos responsables europeos que hablaron con Reuters bajo condición de anonimato ya no se mostraron tan convencidos de la inevitabilidad de un acuerdo transicional que antes se daba por sentado.
"Por supuesto, los técnicos dicen que es obvio. Pero, francamente, políticamente no lo es para nada", dijo un alto responsable comunitario a Reuters. "¿Realmente lo quieren los británicos? ¿En los términos que podemos ofrecer?".
"Hay un peligro real de que se caigan del acantilado".
EL VIRAJE DE LONDRES
May pretende dar cuerda a un cronómetro de dos años para las negociaciones de salida de Reino Unido a finales de mayo. Está previsto que el martes dé un discurso y cualquier pista sobre si aceptará un acuerdo transicional podría copar las portadas.
Pese a que May apenas ha dado detalles sobre su posición de negociación, Londres suavizó manifiestamente su actitud respecto a un acuerdo transicional el mes pasado. David Davis, el ministro encargado de supervisar el divorcio con el bloque comunitario, dijo a principios de diciembre que no estaba "realmente interesado" en un acuerdo temporal. Una semana después, no obstante, los periódicos británicos publicaron que en privado había dicho que no se oponía.
En sus únicas declaraciones públicas detalladas hasta ahora, el negociador del Brexit de la UE, Michel Barnier, destacó el mes pasado que no había certeza alguna sobre un pacto de transición y que este dependería en primer lugar de un acuerdo amplio de cara al largo plazo.
Sin embargo, los negociadores de la UE han hablado en privado como si un acuerdo transicional fuese inevitable. Llevan mucho tiempo describiendo el Brexit como un proceso de tres fases -negociación, transición y divorcio- en el cual no cabe la precipitación.
La inevitabilidad ya no se da por sentada en Bruselas, a pesar de que lo indique la lógica económica. Otro responsable comunitario estrechamente vinculado con la planificación del Brexit resaltó que Reino Unido depende en mayor medida del comercio de la UE que en el sentido opuesto, lo cual significa que Londres necesita dicha transición más que Bruselas.
"Económicamente, la UE tiene muchos menos incentivos que Reino Unido en lo relativo al acuerdo transicional", dijo el responsible.
"Políticamente la lógica de las conversaciones será la de mantener a los británicos lo más cerca posible incluso después del divorcio, dijo el responsable. Las condiciones de la transición dependerían del objetivo a largo plazo: si la meta final es un acuerdo de libre comercio, no tiene sentido establecer aranceles a los bienes británicos que vayan a ser retirados posteriormente, por lo que parece lógica una transición exenta de derechos aduaneros.