El mundo está a punto de entrar en un periodo que reconfigurará el orden geopolítico tan rápido como lo hizo la caída del Muro de Berlín o las consecuencias del 11-S.
Para Putin, Ucrania es mucho más que una nación hermana ya que encarna la nostalgia de la grandeza rusa bajo el paraguas de la desaparecida Unión Soviética. La toma militar de Ucrania por Rusia podría entenderse como la consumación de un proceso que empezó Rusia en las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia en 2008, y que afianzó en 2014 con la anexión de la península de Crimea. Con esto se abrió paso la batalla militar y económica entre el bloque occidental y la Federación rusa, desembocando en una devastadora guerra, una catástrofe humanitaria y, además, unas gravísimas consecuencias económicas que amenazan con desestabilizar toda la economía mundial.
La guerra en Ucrania y su impacto económico, avivado por las sanciones, colocaron a las materias primas de nuevo en el punto de mira. Como llegó a afirmar IHS Markit, “se avecina la peor crisis energética en 50 años”.