El inversor no tiene más opción que convertirse en un futurólogo. Es decir, para invertir, hay que pronosticar. ¿Por qué? Bueno, porque este juego consiste en comprar a un precio hoy y vender a otro precio mañana. El crecimiento se da en el tiempo.
Ahora bien, los mercados son ciclicos y progresivos al mismo tiempo. El gran desafío es encontrar un patrón en una sucesión constante de eventos aleatorios. ¿Cuál es la tendencia? ¿Cuál es la probabilidad?
En esta compleja cruzada, nuestros aliados son la paciencia, la racionalidad y la probabilidad. ¿Los enemigos? Los enemigos son el fanatismo, el pensamiento ilusorio (wishful thinking) y el sentimentalismo. O, dicho de otro modo, el futuro no está escrito. No hay certezas. Entonces, el escéptico siempre es mejor inversor que la persona de fe.