El coronavirus ha dejado ser un problema solamente de salud pública para convertirse en un meollo mucho más complejo. Esa pandemia no ha podido llegar en peor momento. Antes de la llegada del virus, obviamente que teníamos problemas políticos y sociales. Sin embargo, la economía, por lo menos a nivel de números, no estaba tan mal. En materia macroeconómica, todo era buenas noticias. Claramente que estábamos en medio de una burbuja financiera, porque las valoraciones estaban por las nubes y el PIB no justificaba semejantes números. La deuda pública y privada estaba en la luna, pero todo se había podido tapar con más dinero barato. El estallido de la burbuja inmobiliaria del 2008 causó muchos estragos. Y todo comenzó con las hipotecas subprime. Ahora el mercado de los bonos basura (junk bonds) nos tienen a todos con los nervios de punto.
Mucho se ha hablado del rol de los bancos durante la crisis del 2008. Para la gran mayoría, los bancos fueron los malos de la película. Se dice que la crisis fue hechura exclusiva de ellos. Y para colmo de males, el Gobierno estadounidense compensó a estos hampones con un jugoso plan de recorte. La crisis del 2008 pudo superarse, pero, sin lugar a dudas, que nos dejó un sabor amargo. La narrativa que se impuso durante la crisis ciertamente que alentó el resentimiento que vino después. Sobre todo, para la generación de los millennials, el 2008 forjó un sentimiento antisistema muy profundo. Hay documentales circulando por las redes sociales sobre aquellos hechos. No podemos decir que lo que se dice ahí son mentiras, porque no lo son. Sin embargo, obviamente que sí hay omisiones y un evidente sesgo. Según la leyenda, somos víctimas. ¿En serio?
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El rol de la víctima en ciertos aspectos es muy cómodo, porque nos absuelve de toda responsabilidad. Como víctimas no tenemos nada que hacer y no tenemos nada que aprender. La culpa es de los malos y los demás somos unas blancas palomas. Sin embargo, siempre tenemos la oportunidad de desechar esta falsa historia de las víctimas y los victimarios. ¿Qué no se cuenta del 2008? Bueno, que el pueblo llano exigía crédito fácil para comprar viviendas y así vivir el sueño americano. Los bancos eran los villanos por no dar préstamos y las autoridades, presionadas por la opinión pública, obligaron a los bancos a dar préstamos a medio mundo. Efectivamente, medio mundo comenzó a comprar casas. Y muchos de estas personas no tenían para pagar sus deudas, pero el sueño americano resultó demasiada tentador. En aquella época, los guerreros de la justicia social consideraban que era una injusticia no darle un préstamo a una familia sin recursos...