Los mercados también son narrativas. Y estas narrativas pueden o no ser un reflejo de la realidad. En la mayoría de los casos, son interpretaciones y percepciones (subjetivas) de un grupo social sobre algo concreto. Lo curioso es que, en el mundo de las finanzas, las ilusiones se pueden convertir en realidad. Porque las expectativas tienen el poder de transformarse en profecías autocumplidas. Entonces, lo falso se puede volver verdadero con un acto de fe (temporalmente). Por ende, los mercados están muy dados a caer en los delirios.
El inversor no tiene más opción que mirar al futuro. Antes de tomar cualquier decisión, este debe realizar un pronóstico. Bien sabemos que la ganancia yace en comprar hoy a un precio para vender mañana a otro mejor. O sea, el pronóstico debe predecir que la demanda de mañana debe ser mayor a la demanda de hoy para que la inversión tenga un sentido.
- Gestión de Riesgo: Ganancias y pérdidas