Cristina Cabrejas
Roma, 26 feb (EFE).- El presidente del Gobierno italiano, Matteo Renzi, enumeró en su discurso de investidura todos sus sueños para sacar a Italia del "pantano" y mejorar la vida de las familias, pero la pregunta que circula hoy en la prensa y entre los analistas es de dónde se sacarán los fondos para poder cumplir sus promesas.
El programa económico de Renzi es ambicioso y brillante, recoge todas las peticiones de la opinión pública de los últimos años y las promesas no realizadas por los últimos Ejecutivos, pero choca contra el muro de las obligaciones impuestas por la Unión Europea.
El diario especializado "Milano Finanza" publicaba estos días que para poner en marcha los sueños de Renzi se necesitan hasta 100.000 millones de euros.
Una cifra astronómica pero con la que concuerda el diario "Il Fatto Quotidiano", que añade que aún no se ha comunicado de dónde sacarán los fondos y cómo se explicará a Europa un plan económico de tal envergadura.
Y es que la hoja de ruta del primer ministro más joven de la historia de Italia a sus 39 años, para sacar al país del "pantano" que llevó a defenestrar del Gobierno a su compañero de partido, Enrico Letta, no tiene en cuenta las condiciones de los férreos pactos europeos.
Entre las promesas para dar un respiro a los empresarios está la del "desbloqueo total" de las deudas que la administración pública debe a las empresas que, según los medios, asciende a cerca de 60.000 millones de euros.
Pero además, Renzi prometió en su discurso ocuparse de aquellos que pierden el trabajo e instaurar un subsidio de desempleo de 8 meses a 2 años, que actualmente no existe en Italia, por un valor de unos 30.000 millones de euros.
Asimismo, otra de las promesas de Renzi y la más valorada por los sindicatos y la patronal italiana sería la de reducir el coste del trabajo, es decir, bajar o eliminar algunos impuestos que pagan tanto los empresarios como los trabajadores.
Renzi anunció que esta operación tendrá un valor de cerca 10.000 millones de euros y que supondrá que los trabajadores podrán tener de 50 a 100 euros más cada mes en sus nóminas y esto supondría además de dar un respiro a las familias, favorecer el consumo.
Renzi casado con Agnese Landini, que trabaja cuando la llaman como profesora suplente, destacó que uno de sus compromisos será la educación, pero también el estado de los edificios escolares.
Según publica hoy el diario "La Repubblica", la reestructuración de los obsoletas escuelas italianas, que muchas de ellas ni cumplen ni con la normativa antisísmica, costaría al erario más de 2.000 millones de euros.
Renzi explicó anoche en una entrevista televisiva que para desbloquear las deudas de la administración pública se echará mano al Instituto de Crédito italiano con dos enmiendas que ya están preparadas. "Dejadme 15 días", aseguró el primer ministro.
En una entrevista publicada en el diario financiero "Il Sole 24 Ore", el subsecretario del Consejo de Ministros y brazo derecho de Renzi, Graziano Delrio, explicó que una parte de la financiación necesaria llegará del programa de "reducción de costes" de la administración pública puesto en marcha por el Gobierno de Letta y que prevé el ahorro de "32.000 millones en tres años".
Pero aún faltan fondos si se quiere aplicar el programa.
Una cosa tiene clara Renzi, cuando ayer en la Cámara de los Diputados se declaró un europeista convencido, pero agregó que la Unión Europea no puede "dictar" la línea de Gobierno de un país.
Una clara señal, según los analistas, de que Italia no podrá, ni querrá, comenzar a aplicar el Pacto Fiscal que exige a los países colocar su deuda pública por debajo del 60 % del PIB, actualmente es del 130 %.
Pero tampoco el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que impone a los países colocar el déficit público por debajo del 3 %, una imposición que en algunas entrevistas Renzi había considerando "anacrónica".
Las únicas medidas que prometían algunas entradas como la introducción de un impuesto de patrimonio o el aumento de las tasas sobre los depósitos en bonos del Estado ya han sido rechazadas por los socios del centroderecha con los que debe lidiar Renzi para hacer sobrevivir su Ejecutivo.