Atenas, 1 nov (EFE).- Los llamamientos para que dimita el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, tras su anuncio de que convocará un referéndum para buscar la aprobación a las impopulares medidas de austeridad, han sumido a la clase política griega en un profundo caos.
La idea de este plebiscito pilló por sorpresa no solo a su ministro de Finanzas, Evángelos Venizelos, hospitalizado hoy tras sufrir dolores abdominales, sino también a la clase política helena y a los líderes europeos que forjaron el miércoles un plan de rescate financiero para Atenas.
El plan consiste en condonar en 100.000 millones de euros de la deuda soberana griega, de los 330.000 millones de euros acumulados, y en conceder a Atenas otra inyección de liquidez para cumplir con las obligaciones más inmediatas, como el pago de salarios para los funcionarios en noviembre.
El primer ministro reiteró hoy en una reunión extraordinaria del Consejo Ministerial su determinación de convocar a un referéndum sobre el nuevo rescate acordado con la zona euro, según el portavoz oficial del Gobierno, Angelos Tolkas.
El sorpresivo anuncio de Papandréu de dejar en manos del pueblo la última palabra el rescate financiero pactado con enormes dificultades la pasada semana en Bruselas ha hecho sonar las alarmas en las capitales europeas, ha hundido las bolsas y ha abierto una crisis política interna de consecuencias imprevisibles.
La caída de las bolsa mundiales se movió entre el 1,78 % del Nikkei nipón hasta el 6,92 % del Índice General de Atenas, pasando por un 5,5 % del DAX de Fráncfort y un 2,48 % de Wall Street.
A las repetidas protestas populares en la calle contra las medidas de austeridad para reducir el elevado déficit fiscal, que cerrará este año en al menos un 8,5 %, según las previsiones, y una deuda pública desbocada, se han unido las voces de rechazo de los partidos de la oposición e incluso algunos disidentes del gubernamental Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK).
Para mañana está previsto un debate parlamentario en Atenas que incluye una moción de confianza al gobierno, cuya mayoría absoluta pende de un solo diputado, tras varias deserciones de diputados correligionarios de Papandréu.
En medio de esta crisis, que amenaza con la bancarrota de Grecia y su salida del euro, el gobierno ha decidido hoy relevar a la cúpula militar, una medida que, aunque se asegura que estaba planificada hace días, ha sido rechazada por todas las fuerzas de la oposición.
El proyectado referéndum sobre el plan para reflotar la economía de Grecia amenaza la estabilidad financiera de la eurozona, afirmó hoy la agencia de calificación de riesgo Fitch, un comentario que refleja la gravedad de la situación.
El anuncio de Papandréu aumenta "dramáticamente" la presión para Grecia y para la eurozona en su conjunto, subrayó la agencia.
Además, la incertidumbre sobre si Grecia aceptará el programa de la Unión Monetaria y el Fondo Monetario Internacional (FMI) con la participación del sector privado incrementa también, según Fitch, la incertidumbre sobre las pérdidas en las que los acreedores podrían incurrir y por consiguiente la recapitalización bancaria.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, invitó a Papandréu a asistir mañana a la cumbre del G-20 en la ciudad costera de Cannes, para abordar la crítica situación de Grecia, pese a no ser este país miembro de ese club.
El malestar en círculos comunitarios sobre la decisión unilateral de Papandréu de convocar el referéndum, tras los arduos esfuerzos hechos para consensuar un acuerdo financiero la semana pasada por los 17 miembros de la eurozona, no se ha hecho esperar.
Así, el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, aseguraba el martes que Papandréu tomó la decisión "sin haber consultado" previamente a sus homólogos europeos.
Juncker no descartó una suspensión de pagos si el resultado del plebiscito es negativo, un lenguaje impensable hace unos meses en boca de un mandatario comunitario.
Más diplomáticos fueron los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, quienes, tras conversar por teléfono con Papandréu y otros líderes de la eurozona, recordaron a Atenas sus compromisos y las obligaciones que conlleva compartir la moneda única.
La mayoría de los griegos se opone al plan de austeridad fijado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, que ha elevado el desempleo a más del 16 % de la población activa, mermado los salarios de los funcionarios y las pensiones, y arrastrado a la economía nacional a una contracción que se estima del 5,5 % para este año. EFE