Por Jan Strupczewski y John Chalmers
BRUSELAS, 20 jul (Reuters) - El paquete de recuperación económica acordado el martes después de una maratoniana cumbre de la UE cumple con la mayoría de los objetivos políticos esbozados por los jubilosos líderes del bloque, pero sus logros financieros parecen mucho menos sustanciales.
Tras 90 horas de disputas y regateos entre los Estados más ricos del norte y los más pobres del sur sobre el alcance del acuerdo, el gran premio para los países más afectados por la pandemia del coronavirus fue que el fondo de recuperación incluya 390.000 millones de euros en subvenciones no reembolsables.
Sin embargo, esta suma representa tan sólo cerca del 1% del PIB anual de la Unión Europea durante los años 2021-23, cuando se supone que se asignarán los fondos, en un momento en que sus economías se están reduciéndose a un ritmo más de diez veces superior.
Es probable que el valor real de los desembolsos en los próximos dos años y medio, cuando las necesidades de recuperación sean mayores, sea aún menor.
Según las estimaciones del grupo de expertos Bruegel Brussels, en dicho periodo se asignará menos de una cuarta parte de las subvenciones, debido a la lentitud del club de las 27 naciones.
Carsten Brzeski, economista de la zona euro de ING (AS:INGA) Bank, considera "marginal" el probable impacto económico del acuerdo.
"Además, dado que el fondo solo entrará en vigor el 1 de enero, el dinero probablemente no llegará a ninguna economía antes de mediados de 2021. Bastante tarde", dijo.
Sin embargo, está justificado que el presidente de la cumbre, Charles Michel, califique el acuerdo como "un momento crucial" para Europa y una "señal concreta" de su unidad.
Brzeski afirmó que subestimar el simbolismo político del pacto sería un error, ya que el fracaso podría haber sembrado "otra semilla" para la eventual ruptura de la unión monetaria de la zona euro.
CRUZANDO EL RUBICÓN
La UE se ha visto afectada en la última década por las crisis de la deuda y la inmigración y, más recientemente, por la turbulenta salida de uno de sus principales miembros, Reino Unido, así como por la falta de solidaridad y coordinación en su respuesta a la pandemia de la COVID-19.
La inquietud era que, en vista de las repetidas disputas sobre las políticas y la dirección, la UE sería cada vez más vulnerable a las fuerzas euroescépticas, nacionalistas y proteccionistas.
Sin embargo, el acuerdo lleva un mensaje importante de intención cooperativa al marcar el mayor paso de la UE hacia una integración económica más estrecha en décadas. En virtud del acuerdo, la Comisión Europea captará por primera vez fondos en los mercados en nombre del conjunto de sus miembros para entregarlos después en forma de subvenciones no reembolsables, no de préstamos.
Para muchos, cruzar ese Rubicón es un gran éxito.
Según Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Políticas Europeas, situado en Bruselas, el fondo de recuperación global de 750.000 millones de euros en subvenciones y préstamos puede parecer pequeño repartido a lo largo de muchos años, pero se acercará al total de las medidas de estímulo fiscal que los Estados miembros están haciendo por su cuenta.
Según Gros, el gasto público aumentará la deuda nacional, generando tarde o temprano impuestos que tendrán que ser pagados por los consumidores. La deuda de la UE no tendrá el mismo efecto, por lo que tendrá un impacto más fuerte en la demanda que los gastos presupuestarios nacionales.
En medio de la celebración por el acuerdo forjado para crear un fondo de recuperación y decidir el presupuesto de los próximos siete años de la UE, también preocupa que los líderes puedan haber diluido sus ambiciones sobre el cambio climático y la digitalización.
Activistas climáticos dijeron que el acuerdo final supone un paquete heterogéneo, con grandes sumas destinadas a inversiones verdes, pero con recortes en programas climáticos clave y normas insuficientes para garantizar que el dinero no financie inversiones contaminantes.
El paquete también redujo significativamente el presupuesto digital elaborado para ayudar a la UE a ponerse al día con Estados Unidos y China en tecnologías clave y encontrar su propio camino en medio del creciente enfrentamiento entre las dos potencias.
Por supuesto que se necesita dinero para evitar el colapso económico inmediato, argumentó Erik Nielsen, economista jefe del UniCredit (MI:CRDI) Bank, pero también lo es la creación de una economía ambiental y tecnológicamente sostenible.
"Parece que varios líderes políticos podrían estar perdiendo la perspectiva del bosque en su conjunto, ya que se están centrando (...) en las ramas de los árboles", dijo.
(Información adicional de Kate Abnett y Yun Chee Foo; editado por John Chalmers y John Stonestreet; traducido por Tomás Cobos)