Por Jan Strupczewski y Krista Hughes
WASHINGTON (Reuters) - Un importante funcionario de la zona euro propuso el viernes un nuevo acuerdo de crecimiento para Europa, mientras encargados de finanzas de todo el mundo daban la alarma por la falta de crecimiento y pedían acción para evitar una recesión.
El Fondo Monetario Internacional, que recortó a principios de esta semana su proyección de crecimiento mundial por tercera vez este año, dijo que la debilidad de Europa es un asunto de máxima preocupación, una sensación compartida por muchos autoridades, economistas privados e inversores.
Funcionarios europeos presentes en Washington para las reuniones del FMI intentaron disipar los temores.
Jeroen Dijsselbloem, presidente de los ministros de Finanzas de la zona euro, usó el foro para proponer un nuevo pacto para Europa que recompense a los países que acometen reformas económicas ambiciosas con fondos de la Unión Europea y son flexibles en sus objetivos presupuestarios.
"No hay razón para este pesimismo sobre Europa", dijo Dijsselbloem a Reuters. "Los países que implementaron la estrategia e hicieron las reformas regresaron al crecimiento en el sur de Europa, en el Báltico, en Irlanda. Lo que demuestra una vez más que las reformas no dañan el crecimiento, sino que ayuda a la recuperación bastante rápida".
Se necesitarían meses de negociaciones políticas para que el pacto propuesto tome forma. Mientras, un flujo constante de pobres datos económicos parecen augurar que los socios europeos seguirán al límite.
"El mayor riesgo para la economía global en este momento, y ciertamente para la economía de Reino Unido, es que la zona euro vuelva a la recesión y a la crisis", dijo el ministro de Finanzas británico, George Osborne, a periodistas.
Osborne se unió a otros funcionarios que se mostraron escépticos acerca de que el gasto en infraestructura pueda ser la última receta para una economía mundial que, seis años después de la crisis financiera global, sigue luchando por encontrar terreno firme.
El FMI ha dicho que el gasto en infraestructura puede dar impulso a corto plazo a las economías, al tiempo que mejora las perspectivas a largo plazo también.
El Grupo de los 20, que reúne a grandes potencias industriales y emergentes y representa el 85 por ciento de la producción económica mundial, acordó en una reunión el mes pasado un plan para apuntalar el crecimiento mundial en los próximos años, especialmente a través de la inversión pública en infraestructura.
Pero desde entonces, nuevas muestras de debilidad en la economía de la zona euro, incluyendo a la poderosa Alemania, han afectado a los mercados financieros, aumentando la sensación de urgencia.
Las acciones globales cayeron a su punto más bajo en siete meses el viernes y los precios del petróleo bajaron a su mínimo desde 2010. Tras una larga racha de avances, el dólar se preparaba para su primer descenso semanal en 13 semanas, ante la sensación de que la Reserva Federal tendrá que aplazar el endurecimiento de su política monetaria.
"Esto está en modalidad de pánico. Pánico y capitulación", afirmó Carsten Fritsch, analista de materias primas en el Commerzbank.
PENDIENTES DE ALEMANIA
Aunque otros gobiernos de la zona euro están complicados por la excesiva deuda y los déficits fiscales, el FMI, Estados Unidos y otros miembros del G-20 han pedido en reiteradas ocasiones a Alemania que haga uso de su margen de maniobra para subir el gasto y poner fin al frágil crecimiento.
Los principales institutos económicos del país se unieron esta semana al coro, instando al Gobierno alemán a bajar los impuestos a las empresas, gastar más en infraestructura y educación, y dar pasos para animar la inversión privada.
Berlín, no obstante, ha rechazado estos llamamientos una y otra vez y ha mantenido su compromiso con el objetivo de equilibrar su presupuesto federal el año próximo.
El ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, reiteró en Washington su mantra de que Europa necesita reformas económicas, no "firmar cheques". No obstante, las señales de una mayor debilidad y la amenaza de recesión podrían torcer aún la mano de Berlín, dijeron altos funcionarios a Reuters a principios de esta semana.
En contraste, Francia e Italia anunciaron planes presupuestarios que incumplen los compromisos de reducir sus déficits, y funcionarios de la UE se embarcaron en esfuerzos de último minuto para persuadir a París y Roma de que cambien sus borradores para evitar un probable rechazo.