Lisboa, 30 mar (EFE).- El Banco de Portugal revisó sus cálculos a la baja y pronosticó que el país cerrará 2016 con una subida del PIB del 1,5 %, dos décimas inferior a sus últimas estimaciones y tres décimas por debajo de lo que calcula el Gobierno luso.
En un documento titulado "Proyecciones para la economía portuguesa: 2016-2018", divulgado hoy, el banco central luso apunta a un crecimiento económico sensiblemente inferior al 1,8 % que figura en los Presupuestos Generales del Estado.
Desde el organismo supervisor atribuyeron este empeoramiento al "deterioro del contexto internacional, a la desaceleración de la inversión empresarial" y a la menor contribución del consumo privado.
De confirmarse sus pronósticos, el crecimiento luso del ejercicio en vigor sería exactamente igual al registrado en 2015.
El Ejecutivo portugués, de signo socialista, ya redujo sus proyecciones en febrero, cuando rebajó del 2,1 al 1,8 % sus expectativas de crecimiento.
Esta revisión se produjo en el marco de sus negociaciones con Bruselas para obtener su visto bueno a los Presupuestos después de que el documento recibiera críticas por parte de la Comisión Europea, que consideró que el texto se basaba en estimaciones económicas demasiado optimistas.
El Banco de Portugal calcula que el crecimiento luso se mantendrá en niveles muy similares también en 2017, cuando espera una subida del PIB del 1,7 % -una décima menos que en su anterior informe-, así como en 2018, año para el que prevé un aumento del 1,6 %.
"Las proyecciones para la economía portuguesa apuntan a una manutención de la recuperación moderada de la actividad económica, con una ligera ralentización al final del horizonte de proyección", explicaron desde el supervisor luso, que también precisó que el crecimiento luso es "similar al esperado para la zona del euro".
En el informe publicado hoy se asegura que en 2018 el PIB luso "estará cerca del nivel que tenía antes de la crisis financiera internacional".
Portugal vivió tres años consecutivos en recesión (2011-2013), coincidiendo con la aplicación de un severo programa de ajustes y reformas acordado con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de su rescate financiero.
El banco central luso advirtió, asimismo, de las dificultades que continúan afectando a la economía del país, especialmente por el "elevado endeudamiento del sector publico y privado, la evolución demográfica adversa -con un marcado envejecimiento de su población-, un nivel de inversión insuficiente y la disminución del crecimiento al que tienden los principales destinos de las exportaciones" lusas.