José Manuel Sanz
Chicago (EEUU), 22 may (EFE).- Estados Unidos han puesto esta semana todo su peso detrás de una solución rápida para la crisis europea que ponga el énfasis en las políticas de crecimiento y no sólo en los recortes del gasto.
Las cumbres del G8 y de la OTAN celebradas sucesivamente han sorprendido por la ausencia de grandes discrepancias entre europeos y americanos, pese a la gravedad de los temas tratados, como la retirada de las tropas internacionales de Afganistán después de una década de guerra.
Una "coincidencia feliz", como la definió el presidente francés, François Hollande, nuevo en estas citas, hizo que unos y otros ajustaran sus posiciones para facilitar lo que más importa a todos en estos momentos, que es encontrar una rápida salida a la crisis de la deuda en Europa.
El presidente de EEUU, el demócrata Barack Obama, que se juega en noviembre la reelección, era el primer interesado en que tanto de Camp David como de Chicago salieran mensajes de unidad y se extienda la convicción de que existe la receta para devolver la estabilidad a la zona del euro.
Washington está convencido de que la misma medicina que aplicó para superar el colapso de Wall Street en 2008 -rescate público de los bancos y estímulos monetarios a la economía- puede trasladarse, mutatis mutandis, a Europa, y sólo falta un poco de terapia de grupo para que los europeos se convenzan y decidan adoptarla.
El próximo miércoles, en Bruselas, los líderes de la UE se reunirán para un "brainstorming" nocturno en el que estudiarán, por primera vez desde que empezó la crisis de la deuda y su secuela de austeridad, medidas para estimular el crecimiento de la famélica economía europea.
La tormenta de ideas se ha visto favorecida por la llegada al palacio del Elíseo del socialista François Hollande, quien hizo de la palabra "crecimiento" el banderín de enganche en su exitosa campaña electoral en Francia.
En vísperas de esa nueva reunión clave, Estados Unidos ha expresado de la manera más clara posible cuál es su preferencia: recurrir a medicinas que no maten al paciente, ni depriman a los que le acompañan.
Ha ofrecido incluso enviar a un equipo técnico a la cumbre informal de Bruselas con el fin de asesorar a los europeos sobre las diversas maneras de estabilizar los mercados.
Al suscitar en la cumbre del G8 el debate sobre el crecimiento, Obama no ha querido agradar a unos o disgustar a otros en Europa, sino sólo, según la interpretación de Hollande, "expresar su preferencia por una economía mundial que vaya bien, antes que por una crisis financiera que reaparezca" cada vez con más virulencia.
En Chicago, Obama llegó a abogar por una política monetaria que respalde a los países que, como España, han puesto en marcha "políticas muy duras" de contención del gasto público y de disciplina fiscal, y que pese a todo siguen suscitando la desconfianza de los mercados.
El mensaje de Obama coincidió con el lanzado por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, quien reiteró su convencimiento de que los instrumentos para crecer y crear empleo son el control del déficit, las reformas estructurales y el saneamiento de los bancos, aunque hoy la prioridad de las prioridades es la estabilidad financiera, la sostenibilidad de las deudas soberanas y la defensa del euro.
Dos "coincidencias felices", entre Estados Unidos y Francia por un lado, y EEUU y España por otro, que podrían inclinar la balanza el próximo miércoles del lado de los que piden un reequilibrio entre austeridad y crecimiento.
"El asunto más importante que tenemos por delante es dar una reorientación a Europa, es permitir a los europeos recuperar la confianza en esta bella idea de la construcción europea", resumía Hollande en Chicago.
Pero, para ello, lo que ocurra el 17 de junio en las nuevas elecciones griegas será decisivo y tendrá repercusiones por mucho tiempo sobre el destino de Europa. EFE