FRÁNCFORT (Reuters) - El Banco Central Europeo debería ser flexible sobre el tiempo que tardará en apuntalar la inflación hasta cumplir con su meta oficial y preocuparse por los bajos beneficios de los bancos, ya que podrían reducir la efectividad de sus políticas, de acuerdo a Jens Weidmann, miembro del consejo de gobierno del BCE.
Ante la inflación persistentemente baja que ha afectado a la zona euro durante años, el BCE ha mantenido conversaciones respecto a lo rápido que deberá cumplir con el objetivo sobre alzas de precios del 2 por ciento y evalúa si la definición de "mediano plazo" debe considerar el horizonte de previsiones al 2018.
"Mediano plazo no es 'algún momento en el futuro distante', pero tampoco es 'tan pronto como sea posible y a cualquier coste'", dijo el miércoles Weidmann, quien también es jefe del banco central alemán, el Bundesbank.
"Por lo tanto, un 'mediano plazo' contiene deliberadamente cierta ambigüedad en relación al horizonte exacto del tiempo", sostuvo.
Actualmente, el BCE no espera que la inflación de la zona se acelere hasta alcanzar la meta oficial por lo menos hasta 2018.
Weidmann, una figura influyente del BCE y que favorece políticas económicas más rigurosas, también argumentó que incluso aunque la inflación ha caído a territorio negativo recientemente, no considera que exista el riesgo de una deflación sostenida, o una bajada de los precios.
También dijo que no está convencido de que la desaceleración de la inflación subyacente vaya a continuar, en referencia a la medida que no tiene en cuenta los componentes volátiles de los precios de los alimentos y la energía.
El BCE recortó sus tipos de interés y expandió su programa de compras de activos a inicios del mes, en un intento por apuntalar la inflación. Weidmann se opuso a la decisión, argumentando que las compras de bonos soberanos por parte del banco central debían tomarse como una herramienta de emergencia y que las ganancias de los bancos se verían perjudicadas.