Mar Marín
Río de Janeiro, 30 mar (.).- El Gobierno de Brasil lanzó hoy un mensaje de tranquilidad a mercados, empresarios y trabajadores sobre el impacto del duro ajuste anunciado anoche, que además de un recorte presupuestario de unos 13.500 millones de dólares acaba con exenciones fiscales para decenas de sectores.
El ajuste "es muy fuerte y muy pesado" y muestra la voluntad del Gobierno de "controlar los gastos y no hacer aumentos generalizados de tributos", dijo hoy el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles.
La medida ha sido acogida con prudencia por el mercado y con escepticismo entre buena parte del sector empresarial, que celebra que no haya un aumento de impuestos pero considera que la eliminación de los beneficios fiscales se traducirá en una pérdida de competitividad y empleo.
El ministro rechazó las críticas de los empresarios y subrayó que será la "máquina pública" (las arcas del Estado) "y no el contribuyente" quien pagará el coste del ajuste presupuestario.
"Para que el contribuyente no pague la cuenta, la cuenta será pagada por la propia máquina pública, que está teniendo un ajuste profundo y también por segmentos empresariales que no mostraban el resultado esperado", agregó.
Meirelles anunció anoche un recorte presupuestario de 42.000 millones de reales, unos 13.500 millones de dólares, para intentar cumplir con el objetivo de déficit y equilibrar las cuentas del país.
El ajuste afecta a los presupuestos de los ministerios, al gasto social y a las inversiones en infraestructuras, entre otras partidas.
Paralelamente, el Gobierno de Michel Temer decidió acabar con las exenciones fiscales que aprobó la expresidenta Dilma Rousseff en 2011 y que beneficiaban a unos 50 sectores de la economía, lo que supone, en la práctica, un aumento de la presión fiscal.
"Son sectores que mostraron que la exención no resolvió el problema. Con esa exención, esos sectores disminuyeron la producción", afirmó hoy el ministro.
Las exenciones permitían a las empresas tributar entre el 2,5 y el 4,5 % de sus ingresos al sistema de la Seguridad Social, en vez de destinar el 20 % del costo de la nómina.
"La economía entró en una recesión muy seria, incluso por las dudas de orden fiscal. Por tanto, la prioridad absoluta ahora es la restauración del equilibrio fiscal", dijo el titular de Hacienda.
Para Meirelles, el ajuste confirma la voluntad del Ejecutivo de salir de los números rojos, lo que se traducirá en un aumento de la confianza en la economía del país y en un crecimiento del consumo que contribuirá a aumentar el empleo en un contexto de paro en niveles récords, que alcanza a unos 13 millones de brasileños.
Frente al optimismo de Meirelles, la Bolsa de Sao Paulo abrió con una ligera pérdida que llegó al 0,26 por ciento a media sesión y el Banco Central redujo hoy su proyección de crecimiento para 2017 del 0,8 % al 0,5 %, aunque mejoró la estimación de inflación y la cifró en un 4 %.
El ajuste no convence tampoco a los empresarios, que advirtieron hoy que la eliminación de las ventajas fiscales se traducirá en un aumento de los costos y una caída del empleo y las exportaciones.
La medida, según el presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Textil (Abit), Fernando Pimentel, es "lamentable", "aumenta los impuestos sobre la producción" y se contradice con el mensaje lanzado hasta ahora por el Gobierno de Michel Temer.
Por el contrario, la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (Fiesp), la patronal más influyente del país, le dio un balón de oxígeno al Gobierno y avaló su "sensata decisión" de no aumentar ni crear impuestos.
"El sentido común prevaleció y se optó por recortar recursos del Presupuesto", señaló la patronal en un comunicado en que defendió "una medida sensata y responsable que evita un mal mayor".
También, pero por distintos motivos, la central "Fuerza Sindical", la segunda mayor central sindical, acompañó la decisión del Gobierno, por considerar que puede contribuir a nutrir la caja de las pensiones en un contexto de conflicto por la reforma del sistema que plantea el Gobierno.