Berlín, 12 dic (.).- El instituto económico alemán Ifo prevé para 2025 un crecimiento del producto interior bruto (PIB) alemán del 0,4 % en caso de que la economía alemana no logre superar sus desafíos estructurales o del 1,1 % si se consiguen aplicar las políticas económicas adecuadas.
"En estos momentos todavía no está claro si en la actual fase de estancamiento se trata de una debilidad temporal o de un cambio permanente y, por lo tanto, doloroso en la economía", afirma el jefe de estudios económicos del Ifo, Timo Wollmershäuser, al referirse a las actuales previsiones del instituto presentadas este jueves, y que plantean dos posibles escenarios.
Según Wollmershäuser, la mala situación de los pedidos, a la que también ha contribuido la estricta política monetaria en Europa y en muchos mercados, está lastrando la economía alemana.
En tanto, sin embargo, ha vuelto el poder adquisitivo y la presión inflacionista, seguirá disminuyendo también en Alemania, según espera el experto.
En los dos escenarios presentados, el Instituto Ifo pronostica una inflación del 2,3 % para 2025 y del 2,0 % para 2026.
"El factor decisivo será si la economía alemana, orientada a la exportación, puede volver a beneficiarse del crecimiento de otros países", afirma Wollmershäuser.
Para los dos próximos años, el Ifo prevé un crecimiento del 1,2 % en la zona euro, de más del 4 % en China y de alrededor del 2,5 % en Estados Unidos.
Sin embargo, las exportaciones alemanas de mercancías se han desvinculado cada vez más del desarrollo económico mundial, y Alemania ha perdido notablemente en competitividad sobre todo en la industria y especialmente fuera de Europa, apunta el experto.
En el escenario más pesimista, esta debilidad conduce a una desindustrialización progresiva. Las empresas industriales trasladan la producción y las inversiones al extranjero.
Debido al desplazamiento estructural de la industria hacia más servicios, el crecimiento de la productividad se mantiene débil y cabe esperar un aumento temporal del desempleo.
Un ligero impulso al crecimiento vendría de una lenta recuperación del consumo privado y de la industria de la construcción.
En el escenario más optimista, una política económica más fiable contribuirá a que las empresas industriales amplíen de nuevo sus capacidades de producción y a que inviertan más y recorten menos puestos de trabajo, por ejemplo, mediante incentivos fiscales.
En este escenario, los incentivos para trabajar también mejorarían, trabajaría más gente en general y habría empleados que ampliarían su jornada laboral. Esto, a su vez, impulsaría el consumo privado y llevaría a una reducción de la tasa de ahorro.