Madrid, 18 mar (.).- La economista británica y profesora de la Universidad de Cambridge, Kate Raworth, asegura que el PIB como medida de la riqueza nacional está "pasado de moda" y afirma que la fijación política por perseguir un crecimiento económico continuo supone una "adicción" que es insostenible.
En una entrevista con EFE con motivo de la publicación de su libro "Economía rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI" (Paidós), Raworth defiende que los países deberían ir hacia un sistema que cubra las necesidades básicas de la población para hacerlos más felices sin perjudicar al medio ambiente.
"Somos la primera generación capaz de entender esta imagen, de comprender el profundo impacto que tiene la humanidad sobre el planeta", asevera la profesora.
La economista sostiene que "nuestras economías son política y financieramente adictas a un crecimiento constante", una visión caduca que cree que no es capaz de reflejar todo lo que pasa en una economía.
"Los políticos se han vuelto adictos al uso del PIB porque, al tratarse de una sola cifra, tiene el poder de la simplicidad", asegura Raworth, para continuar afirmando que su modelo de economía dónut o rosquilla "es un buen comienzo para tener un diagrama que refleje el bienestar económico de un país".
"¿Es posible entrar en el modelo de la rosquilla? Es la pregunta del siglo, ningún país lo ha hecho hasta ahora", se cuestiona, puesto que "el objetivo implícito de la política ha sido perseguir un crecimiento sin fin ya que la economía está estructurada con una adicción al alza constante".
Un buen ejemplo para esta adicción está en el asunto de las pensiones, que también están "enganchadas" a un crecimiento constante.
"Existe una suposición de que la economía va a crecer y que esa subida va a favorecer que se paguen las pensiones cuando la gente se jubila", explica la economista inglesa, que insiste en que "eso solo funciona si la economía sigue creciendo" y que existe una "carencia" en torno al debate de cómo pagar las pensiones futuras.
"La renta básica universal podría ser una solución, aunque intencionalmente he escrito sobre maneras de pensar la economía y no un conjunto de políticas que podríamos implementar", abunda.
"Muchos economistas y políticos piensan que esto sería muy caro, pero el dinero no desaparece, siempre vuelve a la economía", ilustra Raworth, que duda de que eso causara una inflación por el aumento de la renta en circulación.
Además, se muestra convencida de que la renta básica redistribuiría mejor la riqueza y aseguraría la generación de empleo, aunque advierte del peligro de implantar este ingreso universal y que implique un recorte en prestaciones sociales, sanitarias o educativas, ya que se dispondría de dinero para costear estos servicios que deben seguir siendo públicos.
"El modelo actual no funciona y escribí este libro para los estudiantes de economía. Es el que me hubiera gustado leer cuando era estudiante para entender el verdadero sentido de la economía", afirma.
Critica que la economía actual y los estudios están "apoltronados" en viejas teorías económicas que mantienen los modelos de hace "uno o dos siglos" que no se presentan retos a la situación actual, lo que explica un fenómeno global de estudiantes que piden una reforma de los planes de estudio hacia las metas del siglo XXI.
Asimismo, no todo se soluciona con políticas públicas, sino que también se trata de cambiar nuestros hábitos de consumo. "Estamos atrapados en un mundo consumista influido por la publicidad", dice.
La economía, expresa, tiene que tener también una visión feminista ya que la enseñanza tradicional no tiene en cuenta los trabajos "no remunerados", que habitualmente realizan las mujeres, y que tienen relación con las tareas del cuidado, así como incluir más mujeres en la economía para asegurarse de que estas "perspectivas" se tienen en cuenta.