París, 24 nov (.).- La OCDE pide un cambio en las políticas de ajuste y apuesta por que los países desarrollados globalmente inyecten, en inversiones productivas o recortes de impuestos "dañinos", un estímulo equivalente a cinco décimas del producto interior bruto (PIB) para remontar un crecimiento anémico.
En las condiciones actuales de tipos de interés históricamente bajos, un estímulo de esa magnitud para los países que disponen de "margen fiscal", centrado en infraestructuras y educación, no incrementaría en términos relativos el peso de la deuda pública si se mantuviera durante tres o cuatro años, señala.
En un capítulo publicado hoy de su informe semestral de perspectivas económicas, que se presenta el lunes próximo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calcula que eso podría aportar un crecimiento añadido de entre un 0,4 % y un 0,6 % el primer año.
Y a largo plazo, supondría una subida del PIB de hasta un 2 % en los países desarrollados.
Eso permitiría que, aunque la deuda subiera en términos absolutos, si se compara con un PIB que subiría todavía más rápido, disminuiría en términos relativos en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa.
El mensaje, dirigido a los países más reticentes hasta ahora con ese giro, y en particular a Alemania, no es esencialmente nuevo, pero la OCDE le ha dado más relevancia aprovechando entre otras cosas la elección en EEUU de Donald Trump, una de cuyas promesas estrella es un plan masivo de inversiones en infraestructuras.
A Berlín le dice que, como otras economías que han cumplido por anticipado con los planes para equilibrar sus cuentas, debería recurrir más a los mercados de deuda para aumentar las inversiones públicas.
También da su visto bueno al anuncio del Gobierno británico, que ayer dijo que se endeudará esta legislatura más de lo previsto para afrontar el impacto del "brexit".
Una de las pocas excepciones entre los miembros de la OCDE es Japón, donde se considera que el efecto de un estímulo fiscal suplementario no sería positivo en términos de crecimiento.
El estudio apunta que las medidas preconizadas (en educación, infraestructuras o recortes fiscales) dependen de las necesidades de cada país, y pone el acento en que su resultado será mejor si van acompañadas de reformas estructurales.
También subraya que una acción colectiva de los países desarrollados tendría un impacto superior a si actúan de forma individual, y calcula que eso podría representar un alza del crecimiento de 0,2 puntos porcentuales de media después de un año.
La OCDE recuerda que el crecimiento potencial per cápita en sus grandes economías se ha reducido y es, de media, del 1 % en 2016, casi un punto porcentual menos que el que había en las dos décadas que precedieron la crisis financiera.
Indica que, en el contexto de las políticas de ajuste puestas en marcha durante la crisis, la composición del gasto y de la fiscalidad se ha hecho menos favorable a la actividad.
En términos generales, un recorte de un punto de PIB se ha traducido en una reducción de la inversión pública de 0,3 puntos de PIB.
Los autores del informe comentan que aunque el gasto en investigación y desarrollo (I+D) se ha mantenido globalmente estable en porcentaje del PIB, en cifras absolutas ha bajado en algunos casos, como en España y Portugal.
Además, el peso de la educación y de la inversión ha retrocedido en la mayor parte de las economías de la OCDE, con "declives masivos" en España, Irlanda e Islandia.