María Ruiz
Bruselas, 28 dic (EFE).- España tendrá que trabajar intensamente
durante su semestre al frente de la UE, a partir de enero, ya que, a
pesar del fracaso de Copenhague, la Unión está dispuesta a mantener
sus compromisos de reducción de emisiones y energías renovables para
2020, según ha confirmado esta semana la Comisión Europea.
A partir del 1 de enero y hasta el 30 de junio de 2010, España
asumirá la responsabilidad de reestructurar la estrategia de
negociación comunitaria para lograr que otros países adquieran
compromisos serios en la lucha contra el cambio climático.
Perdido el tren de Copenhague, España quiere reanudar los
trabajos con rapidez y ya ha convocado una reunión informal de
ministros de Medio Ambiente en Sevilla del 14 al 17 de enero y otras
dos formales para el 15 de marzo (en Bruselas) y el 21 de junio (en
Luxemburgo).
De momento, a escala internacional hay previstos dos encuentros
en el seno de Naciones Unidas: la cumbre de México en noviembre y
una reunión técnica preparatoria en Bonn (Alemania) en junio.
Los líderes europeos aprobaron hace ahora un año un complejo
conjunto de medidas energéticas y ambientales para 2020, entre las
que figura una oferta de reducción de emisiones del 20 por ciento
con respecto a los niveles de 1990 y el compromiso de que el 20 por
ciento de la energía que consume la UE proceda de fuentes
renovables.
Ahora la UE tendrá que avanzar hacia el cumplimiento de esas
medidas y en paralelo cumplir los objetivos que fijó el Protocolo de
Kioto.
Según este acuerdo, que suscribieron 37 países en 1997, la UE
debe reducir sus emisiones un 8 por ciento para 2012.
España, por su parte, tiene un margen de aumento de sus niveles
de CO2 de hasta el 15 por ciento, pero -según los últimos datos
oficiales disponibles, de 2007- sus emisiones continúan en el 52,6
por ciento, lejos de alcanzar el objetivo de Kioto.
Sin embargo, esta situación se ve en cierta medida compensada por
la buena posición que ocupa España en Europa en relación a las
energías renovables, el segundo puesto tras Alemania.
Todos los miembros de la UE deberán en cualquier caso seguir
esforzándose para hacer sus economías más eficientes y "verdes" si
quieren evitar, como se ha acordado en Copenhague, que la
temperatura del planeta exceda los dos grados centígrados y el
calentamiento global tenga consecuencias realmente peligrosas.
Fuentes comunitarias aclaran que la UE no descarta elevar su
compromiso de recorte de CO2 del 20 al 30 por ciento si otros países
realizan un esfuerzo equivalente, como ofreció para Copenhague, pero
recalcan que de momento siguen sin darse las condiciones apropiadas
para elevar el grado de ambición.
La declaración de intenciones sellada en esta cumbre ha sido
duramente criticada por su carácter no vinculante, su falta de
ambición y su lenguaje general y ambiguo.
Los 192 países que asistieron a la cita de la capital danesa
fueron incapaces de ir más allá del mero reconocimiento del objetivo
de los dos grados centígrados.
Aún así la declaración fue considerada ilegítima por países como
Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Sudán, descontentos con la
manera en la que Estados Unidos, China, India, Sudáfrica y Brasil
cerraron el acuerdo sin contar con los demás.
En materia de reducción de emisiones, lo único que aparece en el
texto final es una tabla en blanco que la ONU confía en completar
antes del próximo 31 de enero con ofertas concretas de los países,
una vez que el Senado de Estados Unidos se haya pronunciado sobre la
oferta de recorte del 17% en relación a 2005 (un 4% en comparación a
1990).
El principal logro de Copenhague es la creación de un fondo de
financiación anticipada (2010-2012) de 30.000 millones de dólares
para ayudar a países en desarrollo a combatir el calentamiento
global y otro que tendrá que haber llegado a los 100.000 millones de
dólares anuales en 2020.
No obstante, el acuerdo final sólo detalla que la financiación
provendrá de fuentes privadas y públicas sin especificar cuánto
aportará cada país.
La UE se comprometió en la última reunión de jefes de Estado y de
Gobierno de los Veintisiete a conceder 7.200 millones al fondo
inicial y en ocasiones anteriores había señalado que para la
financiación a largo plazo contribuiría de manera justa sin más
detalles.
Tras el inesperado parón de Copenhague, quedan muchos puntos por
resolver, como si la UE adoptará medidas internas para reducir las
emisiones de la aviación y el transporte marítimo a pesar de que a
escala internacional no haya triunfado la idea de pedir a estos
sectores recortes en 2020 del 10% y el 20%, respectivamente, con
respecto a los niveles de 2005.
También está por ver si la poca ambición demostrada por otros
países reaviva los comportamientos proteccionistas en la UE, como la
idea francesa de aplicar aranceles en las fronteras comunitarias a
productos como los energéticos a fin de evitar la desventaja
competitiva y desmotivar el traslado de las fábricas europeas al
exterior. EFE