Por John Irish y Gilbert Reilhac
ESTRASBURGO, Francia (Reuters) - Policías armados patrullaban las calles y realizaban controles, las tiendas y restaurantes permanecían cerrados y los residentes rendían homenajes mientras Estrasburgo reaccionaba el miércoles al tiroteo mortal en un mercado de Navidad.
Manchas de sangre salpicaban la Rue Des Grandes Arcades, una calle comercial donde fueron disparadas algunas de las víctimas. En Place Kleber, en el centro de la ciudad francesa, ciudadanos dejaban flores ante un árbol de Navidad, en recuerdo de los dos fallecidos.
"Ha destruido el mercado de Navidad. Nadie querrá venir aquí", dijo Bui, un camarero de 46 años en el restaurante Casa Toscana.
"Al principio pensamos que eran fuegos artificiales o una broma, entre las protestas de los chalecos amarillos", dijo, en referencia a las manifestaciones por todo el país contra el alto coste de la vida. "Pasaron unos cinco minutos hasta que la gente se dio cuenta de lo que pasaba realmente", dijo.
El ataque puede suponer un devastador golpe al sector turístico mientras las protestas de los chalecos amarillos desde hace un mes pueden haber mermado la economía francesa.
El restaurante Saint Sepulcre, cerca de donde tuvieron lugar los primeros disparos, fue cerrado por su gerente Claude Fricker el miércoles mientras dos de sus cocineros que ayudaron a los heridos se recuperaban del trauma.
"Sabemos que no estamos seguros en ningún sitio pese a todas las medidas de seguridad", dijo un pensionista que se identificó como Ralph. "Es imposible contrarrestar las acciones de un hombre loco, no deberíamos entrar en pánico o paranoia", dijo.
Las primeras señales, no obstante, apuntan a que los visitantes lo ven de forma diferente. En el Hotel Kleber, el personal gestionó una avalancha de cancelaciones antes de lo que debería ser uno de los fines de semana de compras prenavideñas más concurrido.
"Estamos recibiendo muchas llamadas y correos de cancelación. Nos va a golpear muy fuerte", dijo la recepcionista Elena Bonal.
El alcalde Roland Ries dijo a periodistas que la ciudad no se amedrentaría por lo que dijo fue indudablemente un acto de terror.
"La vida debe continuar mañana. El mercado de Navidad reabrirá mañana y retomaremos nuestras vidas en base a nuestros valores. No dejaremos que nos derrumbe el acto de un hombre loco", dijo
(Editado por Richard Lough y Robin Pomeroy. Traducido por Rodrigo de Miguel en la Redacción de Madrid)