Por Laura Sánchez
Investing.com - Los inversores empiezan a cansarse de la estrategia del ‘tira y afloja’ que mantiene el presidente estadounidense, Donald Trump, en la guerra comercial con China. Y esta semana ha quedado claro. Poco duró el rebote de las bolsas el martes tras la confirmación de Trump de retrasar a diciembre parte de los aranceles del 10% sobre 300.000 millones de dólares impuestos a China.
Al día siguiente, el mazazo que llegaba con los malos datos macro de Alemania tumbaba de nuevo a los mercados, ante unos inversores demasiado temerosos ante una posible nueva recesión global.
De hecho, algunas voces apuntaban a que Trump había maniobrado por su cuenta al asegurar que China y Estados Unidos avanzaban hacia buen puerto y que se retomarían las negociaciones en dos semanas.
Poco ha tardado China en volver a acusar al país norteamericano de juego sucio. En un comunicado, el Ministerio de Fianzas del gigante asiático tachaba a EE.UU. de no cumplir seriamente la tregua alcanzada entre Trump y Xi Jinping en la cumbre del G20 y advertía de que tomaría represalias.
“En este contexto, las reuniones previstas para septiembre para acercar posturas continúan en el aire”, afirman en Renta 4 (MC:RTA4).
“El Gobierno de Pekín no ha concretado aún cuáles serán las contramedidas, pero esta amenaza supone un paso más en la escalada de tensión entre ambos países”, apuntan en Banca March.
De la misma opinión son los expertos de Link Securities: “Lejos de realizar alguna otra concesión a EE.UU., el país asiático decidió ver el vaso ‘medio vacío’ y tuvo una reacción agresiva que volvió a insuflar incertidumbre sobre el desenlace del conflicto comercial”.
“Los expertos dicen que si China quiere sembrar el caos y poner a Trump contra las cuerdas, bastaría con mandar al yuan a 7,30. Y estamos muy de acuerdo. Todo el mundo ha visto el arma de guerra que es el yuan. Bastante más fuerte que las que exhibe Trump”, sentencia José Luis Cárpatos, CEO de Serenity Markets.
De nada ha servido por tanto el nuevo comentario de Trump, diciendo que la guerra comercial con Pekín será bastante corta, que China quería llegar a un acuerdo, que no creía que el gigante asiático vaya a tomar represalias por los aranceles estadounidenses y que el acuerdo se producirá bajo los parámetros de EE.UU.