Por Geoffrey Smith
Investing.com - Tras salvar al euro del ataque especulativo hace ocho años, Mario Draghi ha aceptado un desafío posiblemente aún mayor: salvar a Italia de sí misma.
Los activos italianos llevan al alza desde que su nombre fuera mencionado por primera vez como el candidato más probable para reemplazar a Giuseppe Conte como primer ministro al frente de un gobierno de unidad nacional. El índice FTSE MIB ha subido en torno a un 9,5% desde el comienzo del mes, frente al 5,7% del FTSE MIB (el rendimiento es aún mayor si eliminamos los componentes italianos de este último).
A las acciones bancarias italianas les ha ido aún mejor, subiendo entre un 10% y un 20%, ya que los inversores —antes cautelosos en cuanto al riesgo de la nación italiana— han adoptado algunos de los bonos soberanos de mayor rendimiento de Europa.
El rendimiento de la deuda pública italiana a 10 años ha descendido considerablemente, y el infame diferencial sobre su equivalente alemán, un fiable indicador del estrés sistémico de la zona del euro, se ha desplomado hasta mínimos históricos.
La fe en “Super Mario” se ha visto obviamente atenuada. Pero, ¿está justificada?
Los retos que se avecinan son desalentadores: en primer lugar, está la pandemia, que se ha cobrado más vidas en Italia que en cualquier otro lugar de la Unión Europea (94.000, según la Johns Hopkins) y que casi con toda seguridad ha empujado al país a una recesión de dos dígitos: el producto interior bruto se contrajo un 2% en el último trimestre y parece probable que las medidas de confinamiento lo mantengan en territorio negativo este trimestre. El ministro de Salud, Roberto Speranza, ha sido uno de los pocos ministros que han conservado su trabajo cuando Draghi anunció su gabinete este fin de semana.
Luego está el negocio de las reformas estructurales, a las que Draghi solía instar cada mes en sus ruedas de prensa en Fráncfort. Sin eso, dicen los analistas, es sólo cuestión de tiempo que el crecimiento crónicamente débil de Italia y su asombrosa montaña de deuda de unos 2,5 billones de euros vuelvan a poner en entredicho la viabilidad de la moneda única. Italia es la tercera economía más grande de la eurozona y miembro fundador de la UE. Su salida del euro sería un desastre mucho mayor de lo que habría sido la pérdida de Grecia.
"Como Italia siempre ha sido el elefante en la habitación durante las discusiones sobre la viabilidad del proyecto del euro, el desempeño de esta administración resonará mucho más allá de sus fronteras", han dicho los analistas de JPMorgan, liderados por Bruce Kasman, en una nota a los clientes esta semana.
La lista de tareas pendientes de Draghi es larga: los sistemas fiscales y judiciales siguen necesitando la simplificación, al igual que las normas de planificación local; el sistema financiero sigue obstruido con activos defectuosos debido a la burocracia. Las autoridades han demostrado un notable ingenio al tratar de limpiar los balances bancarios en los últimos años, pero el problema se mantendrá mientras la bancarrota media tarde siete años en procesarse.
La medida del éxito de Draghi en esa área bien puede ser la venta de Banca Monte dei Paschi di Siena (MI:BMPS), el "banco zombi" más notorio de la eurozona, que está bajo la amenaza de ser liquidado por el BCE si el Gobierno no puede encontrarle un comprador en cuestión de semanas.
El problema, como saben Draghi y todo el que ha tratado de gobernar Italia, es que la reforma crea más perdedores que ganadores a corto plazo, y que los perdedores potenciales son expertos en el uso de un sistema con múltiples controles y equilibrios para frustrar cualquier intento de cambiar el statu quo.
Para que Draghi tenga éxito, necesita que las facciones de su Gobierno abandonen colectivamente algunas de las circunscripciones que las han puesto en el cargo. Ése es quizás el mayor desafío de todos. Al dar posiciones de gabinete a todos los partidos que apoyan a su Gobierno, al menos ha hecho que les sea más difícil escapar de la responsabilidad —y al descontento popular— para lo que pueda venir. La pregunta clave —e incontestable por ahora— es cuánto tiempo podrá mantener Draghi la disciplina y la unidad mientras impulsa la reforma.
Los mercados no tendrán que esperar mucho para ver cuánto puede arriesgar Draghi: el país tiene que presentar un plan de "Recuperación y Resiliencia" ante la Comisión Europea de aquí a abril para conseguir más de 200.000 millones de euros de financiación del Fondo de Recuperación de la UE. Eso tendrá que demostrar que Italia puede, en última instancia, librarse de sus problemas actuales. Para ello, Draghi tendrá que movilizar toda la buena voluntad que tiene no sólo dentro de Italia, sino también en los mercados financieros y en las capitales europeas. El resultado está lejos de estar garantizado.
Para disfrutar de la actualidad económica y financiera desde una perspectiva diferente, no se pierda la sección de cómics de Investing.com.