Atrás han quedado los días en que las normas sociales dictaban que tener hijos era sinónimo de pareja. Hoy en día, un número creciente de mujeres opta por embarcarse en el viaje de la maternidad en solitario.
Olga, que prefiere no revelar su apellido, decidió someterse a un tratamiento de fecundación in vitro con 39 años. "El deseo de ser madre siempre estuvo ahí", reconoce.
"Me di cuenta de que el tiempo no estaba de mi lado y tuve que tomar una decisión", explica. "Tenía que decidir si preservar mis óvulos para una futura pareja o perseguir la maternidad por mi cuenta".
La decisión de Olga de abrazar la maternidad en solitario fue fruto de una larga reflexión y la determinación de que no disponer de una pareja en aquel momento no iba a limitar sus aspiraciones personales. "Decidí tener un hijo, que era lo que yo quería y luego, más adelante, si encontraba pareja, pues me tendría que querer con un niño", explica.
Tenía que decidir si preservar mis óvulos para una futura pareja o perseguir la maternidad por mi cuentaOlga Madre sola por elección
Navegar por las complejidades de la crianza en solitario presentó sus desafíos para Olga, pero encontró fuerza en el apoyo de su familia. "Recibí una ayuda inmensa de mis padres y hermanos", comparte.
Reflexionando sobre su viaje, Olga reconoce las percepciones en evolución de la maternidad en solitario. "El concepto de familia está cambiando", observa.
"Cambia despacito, pero Incluso las señoras mayores te dicen ahora que ojalá en su época las cosas se hubieran visto así, porque es verdad que antes mucha gente se casaba solamente por tener un hijo".
A medida que la hija de Olga se acerca a su tercer cumpleaños, ella enfatiza la importancia de rodearla de amor y apoyo. "Sabía que no iba a tener padre, al menos al nacer, pero quería que tuviera muchas figuras paternas. Creo que eso es suficiente para criar un hijo: darle amor y cariño. Que tenga gente que le quiera, sea su padre o su abuelo o su tío o quien sea" afirma.
Procedimiento de embriones congelados, en una foto de archivo Michael Wyke/Copyright 2024 The AP. All rights reserved.
Más de 40.000 tratamientos en cuatro años
En un mundo donde las estructuras familiares tradicionales están evolucionando, el fenómeno de la maternidad en solitario está ganando terreno como nunca antes. Lo que alguna vez se consideró poco convencional, ahora se está convirtiendo en una opción viable para muchas mujeres en todo el mundo.En España, en particular, se ha producido un notable aumento en de las madres solas por elección. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), el número de mujeres que se sometieron a un tratamiento de fertilidad en solitario se ha duplicado entre los años 2016 y 2020. Hoy suponen casi uno de cada diez procedimientos en las clínicas de reproducción asistida.
De los 127.420 tratamientos de reproducción asistida que se practicaron en 2020 -último año en que se tienen datos- un total de 10.193 correspondieron a mujeres que declararon no tener pareja.
En los cuatro años comprendido entre 2016 y 2020, este grupo de población llevó a cabo 45.288 ciclos de fecundación in vitro, la técnica más común cuando no se dispone de una pareja donante de esperma.
Es difícil cuantificar el números de madres solas por elección, puesto que no se extraen datos en el registro, donde solo se pregunta por su estado civil, y porque el número de tratamientos de fecundación in vitro necesarios para quedarse embarazada varía según la edad de la madre y su fertilidad individual.
"Para mujeres jóvenes con buena reserva ovárica se pueden necesitar menos ciclos, mientras que mujeres mayores con reserva ovárica reducida pueden requerir más ciclos y técnicas avanzadas", explica la ginecóloga Rosa María Daurelio, doctora en el Instituto Bernabéu de Madrid, especializado en reproducción asistida.
En las clínicas del Instituto Bernabéu las madres que acuden al centro para tener hijos en solitario ha aumentado un 36% en los últimos cinco años, y el número de consultas de mujeres que se han interesado en la maternidad individual ha crecido un 62% desde 2019 a 2023.
Hay pacientes que ya con 36 ó 37 años deciden que aunque no tengan pareja, se sienten preparadasDoctora Rosa María Daurelio Instituto Bernabéu
La edad media de este grupo de población se sitúa en los 41,7 años, pero según explica la doctora Daurelio, cada vez hay más mujeres que adelantan su decisión. "En la práctica diaria también vemos pacientes muy jóvenes. O sea, hay pacientes que ya con 36 o 37 años deciden que aunque no tengan pareja, se sienten preparadas".
"No es solo la paciente mayor que realmente ya está al final de su edad productivas, sino hay gente joven, independiente, que tiene un buen trabajo, y si decide tener un hijo sola lo puede hacer perfectamente", añade.
"Tenemos muchas pacientes, por ejemplo, que acaban de divorciarse, o sea que han invertido mucho en una pareja. Y el tiempo pasa y luego las parejas se rompen y llega un momento que una mujer pone la decisión en una báscula: '¿Espero el hombre de mi vida o lo hago sola?' En fin, depende mucho del instinto de maternidad que tengas. Hay personas que lo tienen muy fuerte y no renunciaría nunca a este tipo de experiencia".
El Auge de la Maternidad en Solitario: Un cambio cultural
Uno de los motores detrás de este cambio de paradigma es el empoderamiento de las mujeres, impulsadas por la independencia económica y una redefinición del concepto de sí mismas y sus aspiraciones de vida. Retrasan su decisión de emprender la maternidad, pero no están dispuestas a renunciar a ella por el mero hecho de no disponer de una pareja.Este retraso puede atribuirse a varios factores, incluyendo la búsqueda de educación, el avance profesional y la búsqueda de estabilidad financiera. "Se trata de un grupo de mujeres normalmente con un nivel educativo alto y muy consciente de que hay un margen biológico limitado para tener hijos", explica Teresa Castro Martín, doctora en sociología e investigadora en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.
La mayoría de las mujeres siguen viendo la maternidad como un proyecto compartido en pareja. "Cuando nosotros preguntamos por el ideal de tener hijos, el ideal de familia, la mayoría dice que es en pareja; no necesariamente una pareja casada, pero sí una pareja para compartir la crianza", afirma Castro.
"No quiere decir que renuncien a tener una pareja -añade la socióloga-, pero consideran que puede ser algo independiente de tener un hijo, y luego quizás tengan una pareja pero no van a esperar a emprender la maternidad".
Las dinámicas de pareja en España son cada vez más diversas y plurales, apunta Teresa Castro. Ya no siguen la secuencia tradicional de primer noviazgo, matrimonio y primer hijo, sino que las trayectorias son más cambiantes.
"Se observa una tendencia a espacios prolongados de vida sin pareja o con una pareja sentimental pero viviendo en hogares separados. La decisión de convivir juntos es más tardía en comparación con otros países europeos, debido a la inestabilidad laboral y la dificultad de acceso a la vivienda".
Hay una aspiración por parte de la mujer de que su pareja comparta los cuidados y eso incide en la decisión de tener un hijoTeresa Castro Martín Doctora en Sociología
Pero para investigadora del CSIC el gran cambio se corresponde con las expectativas de las mujeres en torno a sus parejas. Las mujeres aspiran a una relación corresponsable en las tareas domésticas y en el cuidado de los hijos.
"Hay una aspiración por parte de la mujer de que su pareja comparta los cuidados y eso incide en la decisión de tener un hijo. La vida es muy larga, pero la decisión de tener hijos se produce quizá en apenas unos años, de los 34 a 38".
"Si en ese rango de edad no tienes pareja, o tienes una pareja que no es suficientemente igualitaria, o que no quiera hijos o que tenga el mismo proyecto vital, pues es entonces cuando la mujer puede decidir emprender la maternidad en solitario, porque ahora tiene una estabilidad económica".
Además, el cambio en la percepciones sobre la maternidad en solitario ha contribuido a su normalización dentro de la sociedad. Anteriormente estigmatizada, la maternidad en solitario ahora se ve a través de una lente de aceptación y apoyo.
"Las actitudes sociales hacia la maternidad en solitario han experimentado una transformación profunda, con una mayor tolerancia y reconocimiento de estructuras familiares diversas".
A pesar de los avances hacia la aceptación, persisten desafíos para las madres solteras, especialmente en lo que se refiere a las complejidades de la crianza en solitario. La socióloga reconoce la importancia de una sólida red de apoyo para las madres, enfatizando la necesidad de recursos y asistencia comunitaria.