Por Sonya Dowsett y Allison Lampert
MADRID/MONTREAL (Reuters) - El éxodo de empresas por la crisis independentista de Cataluña ha evocado ciertas comparaciones con Quebec, la provincia francófona de Canadá que ahuyentó a los inversores con un movimiento soberanista de décadas de duración.
Las encuestas de opinión situaron el apoyo a los partidos independentistas ligeramente por debajo del 50 por ciento al comenzar el martes la campaña para las elecciones del 21 de diciembre - lo suficiente como para mermar las esperanzas del gobierno de Madrid de que la votación llegue a terminar con una volátil disputa sobre la secesión.
"Seguir así es un caos", dijo Jordi Alberich, gerente del Cercle d'Economia, una asociación empresarial basada en la capital de Cataluña, Barcelona. "Lo que ha pasado es enormemente serio y se puede complicar más aun".
Las elecciones son consideradas por los partidos independentistas como plebiscitarias sobre la separación de España después del cese del gobierno catalán por parte de Madrid y tras la votación considerada ilegal por la justicia española que el 1 de octubre terminó en el enfrentamiento entre la policía española y los participantes.
Aunque el resultado electoral no cumplirá las pretensiones de la independencia el argumentario secesionista podría ganar consistencia en función de los votos afines y propiciar salidas de inversores en el medio plazo.
Casi 3.000 firmas han trasladado sus sedes sociales a lugares fuera de la región, muchas de ellas a Madrid, evocando la salida de empresas desde la capital de Quebec, Montreal, a Toronto antes y después del primer referéndum en 1980 que resultó en una derrota para la independencia.
De momento, el éxodo catalán ha sido de naturaleza administrativa y no física, ya que las empresas han trasladado a fuera de Cataluña sus sedes sociales sin desplazar a sus plantillas y operaciones.
Las compañías temen que una hipotética secesión las dejase fuera de la zona euro, expuestas a políticas inciertas y posibles retiradas fiscales por parte de una nueva república lastrada por las ya existentes grandes deudas de la región.
Madrid, ansiosa por que los partidos unionistas alcancen una victoria contundente el 21 de diciembre y alivien así la crisis, dice que el impacto económico solo será a corto plazo, pero hay señales de que la incertidumbre esté ya afectando a las decisiones de inversión a largo plazo.
"Si hace tres o cuatro años hubiese sido contactado por un inversor americano que me estuviese preguntando si abrir o no una pequeña oficina en Barcelona, habría respondido: 'sí, claro'", dijo el director para España de un banco internacional de inversión.
"Ahora ya no puedo decir eso ... el daño causado por el proceso independentista ahuyenta al dinero", añadió el ejecutivo que, como otros banqueros y altos cargos empresariales, rechazó hablar de forma pública porque el tema es polémico. Aquellos que hablan a favor de un bando o el otro pueden convertirse en objetivo de críticas y abusos.
UN IMPACTO MÁS AMPLIO
El gobierno español ya ha rebajado su previsión de crecimiento económico para 2018 a 2,3 por ciento debido a la crisis catalana, y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha avisado de un impacto más amplio el año que viene si la situación no se resuelve.
El turismo de la región ha descendido, provocando en España la primera caída de la tasa anual de las ventas minoristas en más de tres años.
El ministro español de Economía recientemente apuntó a un "parón económico" en Cataluña en el último cuatrimestre, y el banco central publicó un análisis el mes pasado basado en situaciones hipotéticas que implicaban impactos que se extendían de modestos a dramáticos.
En el peor de los casos, el análisis dijo que la incertidumbre política podría rebajar el crecimiento económico 2,5 puntos porcentuales entre finales de 2017 y 2019.
En un informe reciente, "Cataluña ¿la historia se repite?", el banco canadiense RBC Capital Markets comparó la situación con las consecuencias que tuvo el referéndum de Quebec en 1995, el cual resultó en una estrecha derrota para los independentistas y fue seguido de un declive económico.
"Aunque los partidos soberanistas no alcancen la mayoría, el daño puede ya estar hecho", dijo el informe sobre las elecciones catalanas de diciembre.
Los partidarios de la independencia de Cataluña alegan que la región paga una gran parte de la recaudación de impuestos del país de 17 comunidades y que, durante la crisis de cinco años, su fuerte economía impulsó a áreas más empobrecidas como Andalucía y Murcia.
El partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), ha desestimado los avisos del gobierno de que la secesión podría conllevar daños económicos y ha lanzado una campaña que se concentra en problemas sociales como la pobreza energética y la falta de vivienda a precios asequibles.
El movimiento independentista de Quebec, desencadenado por el impulso de la población francófona durante los años 60 por la igualdad económica, provocó un declive de la población de habla inglesa de la provincia y su riqueza económica, con bancos y empresas trasladando sus sedes a fuera de Montreal, la cual entonces era un próspero centro financiero.
La segunda provincia más poblada de Canadá ha conseguido volver a crecer económicamente en los últimos años, pero continua lastrando a otras provincias en índices como el de la renta familiar.
Entre 1979 y 1981, a medida que el partido independentista Parti Québécois ganaba fuerza política, Montreal perdió 18.992 sedes en los sectores de la agricultura, producción y servicios, según un estudio de 1983 de la Universidad de Saskatchewan. La empresa de seguros de vida más grande de Canadá estuvo entre aquellas que se fueron en 1977.
La política no fue el único factor. La envejecida economía industrial de Montreal ya estaba sufriendo por la competición que le hacía Toronto.
"El declive relativo de Montreal - y el éxodo de sedes - se vio sin duda agravado por la política pero no fue causado únicamente por la política", dijo Richard Shearmur, profesor de la facultad de urbanismo de la Universidad McGill en Montreal.
La crisis catalana ha llamado la atención en Quebec: la semana pasada, dos miembros del partido secesionista catalán Candidatura d'Unitat Popular (CUP) dieron un discurso en un evento organizado por el partido izquierdista de la oposición de Quebec.
Sin embargo, las encuestas de Quebec apuntan a que el apoyo al separatismo, especialmente entre los jóvenes, está en declive, mientras que en Cataluña los sondeos muestran que los partidos independentistas continúan recibiendo un apoyo sólido.
El último gobierno catalán estaba constituido por una coalición de partidos soberanistas llamada "Junts pel Sí", apoyada por los diputados de la CUP, que se quedaron en la oposición. Los sondeos de opinión apuntan a que los partidos independentistas y los unionistas acabarán en un casi empate técnico en las elecciones de diciembre.