Londres, 15 sep (EFE).- El primer ministro británico, Gordon
Brown, admitió hoy por primera vez que habrá que efectuar recortes
en la inversión pública para reducir el déficit del Estado, aunque
aseguró que esos recortes no afectarán a los servicios básicos.
En una esperada intervención ante el congreso anual de la
confederación sindical británica TUC, afirmó que habrá que "recortar
gastos, ineficiencias, programas innecesarios y presupuestos de baja
prioridad (cuya naturaleza no especificó)" a medida que "se produce
la recuperación económica".
Aseguró que, pese a la necesidad de reducir el gasto público para
empezar a enjuagar la deuda, el Partido Laborista "no respaldará
recortes en los servicios básicos vitales de los que la gente
depende".
Tras meses de evitar pronunciar la palabra "recortes", el primer
ministro, apremiado por algunos colegas de Gabinete, que temían que
la falta de claridad afectara al voto de cara a las elecciones
previstas para el año próximo, finalmente lo hizo hoy, aunque con
matices.
Brown insistió en que el electorado tiene dos alternativas:
"El Laborismo, que no pondrá en peligro la recuperación,
protegerá y mejorará primero los servicios básicos y tomará las
decisiones adecuadas para las familias de ingresos medios y bajos, y
un Partido Conservador que reduciría los servicios públicos cuando
más se necesitan, recortando el gasto en todos los departamentos
para subvencionar recortes fiscales para los ricos".
El jefe del Gobierno insistió en que estaba haciendo lo correcto
para asegurar que, a medida que se avanza hacia una recuperación, se
pueda "invertir y crecer dentro de unas finanzas públicas
sostenibles".
A su parecer, el crecimiento económico, la venta de activos y las
mejoras en eficiencia son la vía para conseguir el objetivo impuesto
por el ministro de Economía, Alistair Darling, de reducir a la mitad
el déficit estatal, estimado en 175.000 libras (197.000 euros), en
cuatro años tras el final de la recesión.
Entre las medidas propuestas por el Ejecutivo para ayudar a
sanear las finanzas públicas, además del anunciado recorte en el
gasto, destaca el aumento en un 0,5 por ciento de la cotización a la
seguridad social a partir del 2011 y elevar al 50 por ciento el
gravamen fiscal en la banda de ingresos más altos.
Coincidiendo con el primer aniversario de la quiebra del banco
estadounidense Lehman Brothers, que marcó el estallido de la crisis
crediticia, Gordon Brown advirtió a los sindicatos -actualmente los
principales donantes al Partido Laborista- de que la recuperación
aún "pende de un hilo" y les pidió que no permitieran que nadie la
pusiera "en peligro".
El Partido Conservador consideró que la admisión de Brown de que
habría que tomar "medidas difíciles" (es decir, reducir los gastos)
supone "toda una capitulación", mientras que los liberal demócratas
pidieron "propuestas serias" para reducir la deuda.
Una encuesta publicada hoy en "The Times" indica que un 44 por
ciento de los entrevistados confía más en los conservadores que en
los laboristas, con un 35 por ciento del apoyo, para gestionar los
recortes sin afectar a servicios básicos. EFE