Bruselas, 4 nov (EFE).- La Comisión Europea ha expresado hoy su
deseo de que el nuevo plan reestructuración para Opel sea "sólido" y
garantice "empleos duraderos", y ha advertido de que verificará la
compatibilidad de cualquier ayuda que los Estados miembros de la UE
pudieran conceder.
El Ejecutivo comunitario se ha limitado a "tomar nota" de la
decisión del fabricante estadounidense de automóviles General Motors
de no vender finalmente su filial europea Opel al grupo
austríaco-canadiense Magna.
En su lugar, GM ha anunciado un plan de reestructuración propio
para Opel, a fin de asegurar su supervivencia dentro del grupo.
En una declaración ante los medios, el portavoz comunitario de
Competencia, Jonathan Todd, ha indicado que la Comisión espera que
el plan de reestructuración anunciado por GM "tenga sólidos
fundamentos económicos", de modo que garantice "la viabilidad a
largo plazo de Opel, así como empleos duraderos para sus
trabajadores".
"La Comisión verificará que toda ayuda financiera de los Estados
miembros para el nuevo plan sea plenamente compatible con las reglas
europeas sobre ayudas de estado y el mercado interior", ha advertido
Todd.
El portavoz también ha recordado que en octubre el Gobierno
alemán aclaró, a petición de la CE, que su prevista ayuda financiera
para la nueva Opel estaría disponible con independencia del inversor
que finalmente eligiera General Motors para la venta.
Preguntado si considera que esa precisión de las autoridades
alemanas puede interpretarse en el sentido de que las ayudas
deberían seguir a disposición de GM-Opel, aunque no se produzca la
venta, Todd ha dejado claro que no corresponde a Bruselas animar a
ningún gobierno a conceder ayudas públicas.
La posición de la Comisión siempre ha sido que las ayudas
previstas por los gobiernos dentro del marco temporal europeo para
el sector del automóvil sólo pueden servir para hacer frente a los
problemas derivados de la crisis financiera y económica.
No pueden, en consecuencia -ha añadido Todd- condicionar las
decisiones empresariales relativas a la ubicación futura de
instalaciones y capacidades de producción dentro de la UE.
Bruselas pretende así "evitar una guerra de subsidios" entre los
Estados miembros y la fragmentación del mercado interior.
Las decisiones empresariales de reestructuración de empresas sólo
pueden basarse en criterios industriales y comerciales, ha subrayado
el portavoz europeo de Competencia. EFE