María Peña
Washington, 21 may (EFE).- El presidente de EE.UU., Barack Obama,
se reunió hoy con los principales promotores en el Congreso de la
mayor reforma financiera desde la Gran Depresión, quienes le
comunicaron que preven enviarle el texto final antes del receso del
próximo 4 de julio.
La aprobación de la reforma financiera, cuyo objetivo es evitar
otra crisis financiera como la iniciada en 2008, constituye la
segunda victoria política de Obama este año, tras la promulgación en
marzo pasado de la reforma de salud.
La versión de la reforma aprobada anoche por el Senado, con 59
votos a favor y 39 en contra, tiene que ser armonizada con la que
aprobó la Cámara de Representantes en diciembre del año pasado.
Al salir de la reunión con Obama, tanto el senador demócrata
Christopher Dodd, presidente del Comité de la Banca del Senado, como
el legislador Barney Frank, presidente del Comité de Servicios
Financieros de la Cámara de Representantes, expresaron confianza en
que el texto final estaría listo para la votación definitiva antes
de la festividad del 4 de julio.
"Tuvimos una reunión muy buena con el presidente... no hay una
gran diferencia entre los dos proyectos y tenemos que tomar lo mejor
de los dos, armonizarlos... y presentar el producto final", dijo
Dodd a los periodistas.
Por su parte, Frank consideró que el proceso de armonización no
debería tomar "más de un mes", y aventuró que Obama "podrá firmar
esta ley antes de que nos marchemos... para el receso del 4 de
julio".
Dodd aseguró que la versión del Senado incorpora "muchas ideas"
ofrecidas por demócratas y republicanos "durante un proceso que tomó
muchos meses".
Ambos legisladores rechazaron las críticas que hoy mismo lanzó la
Cámara de Comercio de EE.UU., en el sentido de que la reforma que
debatió el Congreso perjudicará a la pequeña empresa, restringirá el
crédito y conducirá a la eliminación de empleos.
Dodd replicó que lo intolerable es la situación actual: la
pérdida de 8,5 millones de empleos y la ejecución hipotecaria de
millones de hogares por culpa de "lo que hicieron o dejaron de
hacer" las instituciones bancarias del país.
"Es una declaración arrogante la de la Cámara de Comercio sobre
las repercusiones de esta ley, tomando en cuenta el resultado de lo
que hicieron o dejaron de hacer (las empresas) durante mucho
tiempo", enfatizó Dodd.
La legislación del Senado impone un mecanismo para que, en casos
extremos, el Gobierno pueda liquidar a grandes instituciones
financieras que afronten problemas de solvencia; establece un
consejo de reguladores para vigilar de cerca los "riesgos" y
amenazas a la economía, y estipula restricciones al mercado de
derivados.
La regulación del mercado de derivados y la creación de una nueva
agencia de protección a los consumidores de bienes y servicios
financieros fueron dos de los puntos de discordia entre demócratas y
republicanos.
En el proceso de armonización bicameral, los legisladores tendrán
que acercar posiciones respecto a asuntos como la autoridad del
Gobierno para intervenir las empresas insolventes.
La versión de la Cámara de Representantes establece un fondo de
150.000 millones de dólares, financiado por las grandes empresas,
para ayudar a la disolución de tales empresas. El objetivo es
impedir más rescates financieros con fondos de los contribuyentes.
Sus detractores temen que ese fondo se utilice para "rescatar" a
las empresas. En cambio, la versión del Senado impone criterios para
la liquidación de la compañía, que sería financiada por una especie
de "impuesto" a las grandes instituciones financieras.
Durante su acostumbrada rueda de prensa, el portavoz de la Casa
Blanca, Robert Gibbs, afirmó que la reforma contiene fuertes
protecciones para los consumidores.
"Muchas familias en este país participan en el sistema financiero
a través de muchas de las actividades que (esta agencia) regularía,
como los préstamos para la compra de vehículos o de una casa, y para
obtener tarjetas de crédito", explicó Gibbs.
"Es precisamente el tipo de protecciones que más necesita el
pueblo estadounidense", agregó.
Gibbs corroboró la idea expresada por los congresistas de que
"tanto ellos como el presidente creen que podemos lograr algo para
el 4 de julio". EFE
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