Teresa Bouza
Pittsburgh (EEUU), 26 sep (EFE).- La posibilidad de alcanzar un
acuerdo climático en Copenhague (Dinamarca) se perfila cada vez más
difícil después de que los líderes del G-20 abandonasen su propuesta
de tener un borrador antes del encuentro en diciembre.
Las declaraciones vagas y la falta de un compromiso firme sobre
el problema del cambio climático durante la cumbre de dos días del
G-20 que concluyó la pasada noche en Pittsburgh (Pensilvania) han
provocado consternación entre los grupos ecologistas.
Los países emergentes, con India a la cabeza, han advertido de
que no estamparán su firma en el documento de Copenhague a menos que
los países más ricos y contaminantes se comprometan a financiar las
energías limpias en las naciones pobres.
Las organizaciones medioambientales confiaban en que el G-20 se
comprometiera a destinar más de 100.000 millones de dólares a ese
fin pero en lugar de eso se toparon con declaraciones genéricas.
"No escatimaremos esfuerzos para alcanzar un acuerdo en
Copenhague en el marco de la Convención sobre Cambio Climático de
Naciones Unidas", afirma el comunicado final del encuentro en
Pittsburgh sin más detalles concretos.
"Damos la bienvenida al trabajo de los ministros de Finanzas y
les pedimos que nos informen en nuestra próxima reunión sobre el
abanico de posibles opciones para la financiación en el terreno del
cambio climático", indica el documento emitido por los jefes de
Estado y Gobierno del G-20.
El grupo humanitario Oxfam lamentó que a sólo 72 días de
Copenhague los países ricos se hayan negado a entregar los fondos
necesarios para alcanzar un acuerdo en la capital danesa.
Otros grupos activistas como Greenpeace mostraron también su
descontento con los resultados de la cumbre.
"Lamentablemente el encuentro del G-20 concluyó sin decisión
sobre la financiación para la adaptación (de los países pobres al
cambio climático), la protección de los bosques y el cambio a las
energías renovables en los países en desarrollo", indicó la
organización en un comunicado.
Las organizaciones humanitarias y ecologistas no son las únicas
preocupadas por la falta de progreso.
Fredrik Reinfeldt, primer ministro de Suecia, país que ocupa la
presidencia de turno de la Unión Europea (UE), señaló durante la
cumbre que "queda mucho por hacer" y expresó su preocupación ante el
posible fracaso en Copenhague.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso,
instó también a no dormirse en los laureles.
"No oculto mi preocupación con este progreso tan lento", afirmó
Durao Barroso en un comunicado a última hora del viernes, a lo que
añadió que "las negociaciones no pueden durar eternamente" e
insistir en que es momento de tomarse el tema en serio "ahora y no
más tarde".
El encuentro de Copenhague, en el que participarán más de 190
países, busca un gran acuerdo global sobre cambio climático que
sustituya al Protocolo de Kioto sobre reducción de gases
invernadero, que expira en el año 2012.
El primer ministro indio, Manmohan Singh, criticó que la cumbre
abordase el problema del cambio climático sólo en términos genéricos
y afirmó no tener claro que pueda alcanzarse un nuevo acuerdo en
Copenhague para reemplazar a Kioto.
"No soy un astrólogo", afirmó simplemente Singh el viernes en
rueda de prensa al final de la cumbre en referencia al posible
desenlace en la ciudad danesa.
"Creo que más allá de expresar su deseo de alcanzar el éxito en
Copenhague el Grupo de los Veinte no aclaró la mecánica de todo
esto", destacó el líder indio.
En lo que sí hubo consenso en Pittsburgh fue en la necesidad de
eliminar de forma gradual "a medio plazo" los subsidios a los
combustibles fósiles, a los que se destinan miles de millones de
dólares de ayuda.
El G-20 está integrado por la Unión Europea, el G7 (EE.UU.,
Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del
Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México,
Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia. EFE