Jesús María Alonso
Madrid, 26 sep (EFE).- El G20 salió de la cumbre de Pittsburgh
como el gran foro que sucederá al G8 en la toma de decisiones
globales, lo que le convierte desde ahora en el diseñador del nuevo
orden económico mundial.
Reunido por tercera vez en diez meses -antes en Washington en
noviembre de 2008 y en Londres en abril pasado-, el Grupo de los 20
(G20, países ricos y emergentes) se ha arrogado el papel de paladín
universal contra la actual crisis económica, la más grave desde la
II Guerra Mundial, y las futuras.
Habrá más regulación financiera, se mantienen los estímulos para
reanimar la economía y el G8 (países ricos y Rusia) cede el testigo
al G20 como foro económico de cooperación global, que tendrá en
Canadá (junio 2010) y Corea del Sur (noviembre) sus próximas
cumbres.
Los gobernantes también apoyaron que se evite coordinadamente la
destrucción de más empleo por la crisis, la supresión paulatina de
las subvenciones a los combustibles fósiles, la lucha contra el
proteccionismo y que los países ricos transfieran un 5% de su voto
en el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los menos desarrollados.
Para el anfitrión de la reunión, el presidente de EEUU Barack
Obama, el G20 ha sido especialmente duro con la supervisión
financiera, para acabar con los excesos del sector bancario y evitar
crisis como la que ha llevado a la economía mundial a la actual
recesión.
Lo que ha quedado claro es que el proceso de recuperación
económica aún no se ha completado y que a los gobernantes les
preocupa especialmente la evolución del empleo, en medio de una
oleada global de despidos y cierres de empresas.
De Pittsburgh y de la crisis las que salen especialmente
fortalecidas son las naciones emergentes, cuya voz se hace oír cada
vez con más fuerza desde que nació el G20, hace diez años, como un
foro ministerial para atajar los problemas económicos
internacionales.
Durante la semana se conoció, en el informe semestral de las
perspectivas económicas mundiales del FMI, que los países más
avanzados repuntarán débilmente, sin la fuerza suficiente para
recuperar la riqueza destruida por la crisis, y les instó a reformar
el mercado laboral.
La Reserva Federal de EEUU constató la leve mejoría en los
mercados financieros y en la vivienda, aunque precisó que la
actividad económica seguirá débil, de ahí que haya mantenido los
tipos de interés entre el 0 y el 0,25%.
Mientras, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy
Geithner, instó al Congreso de su país a aprobar lo antes posible la
reforma del sistema financiero, con más regulación, para evitar
casos como el de la quiebra de Lehman Brothers, hace un año, que
colapsó el sector financiero.
En medio de la crisis, se conoció el informe Global sobre la
Corrupción 2009, elaborado por Transparencia Internacional, que
calcula que se usan al año en el mundo entre 20.000 y 40.000
millones de dólares para sobornar, lo que perjudica al comercio, al
desarrollo y a los consumidores.
A tenor del informe, elaborado en 69 países, las prácticas de
corrupción se convierten en "una fuerza destructiva que debilita la
competencia leal, retarda el crecimiento económico y atenta contra
la existencia de las empresas".
La corporación estadounidense Sara Lee venderá a la
anglo-holandesa Unilever su negocio de cuidado personal y su
división europea de productos para el hogar por 1.275 millones de
euros.
El español Banco Santander sacará a bolsa el 16,21% de su filial
brasileña en una ampliación de capital cuyo importe oscilará entre
4.340 y 4.930 millones de euros.
El Dow Jones de la bolsa neoyorquina cerró la semana con una
pérdida del 1,6%, tras conocerse datos económicos en EEUU que
desalentaron a los inversores.
Las bolsas mundiales estuvieron la semana pendientes del G20 y
mirando de reojo los pasos de tortuga de la economía global, por lo
que se movieron con cierta indefinición y leve tendencia bajista.
Los parqués europeos concluyeron con pérdidas entre un 1 y un 3%;
los asiáticos mantuvieron cierta estabilidad con ligeros descensos
del 0,5% de media, excepto Tokio, que cayó un 2,64%, y los de
Latinoamérica mayoritariamente subieron, excepto Caracas y México,
con caídas superiores al 3%.
El petróleo bajó en torno al 8% en los mercados internacionales,
y cerró a 66,02 dólares/barril el Texas y 65,11 el Brent, mientras
que el euro concluyó la semana en Fráncfort rozando los 1,47
dólares. EFE