Paco G. Paz
Pittsburgh (EE.UU.), 25 sep (EFE).- La cumbre de Pittsburgh de
jefes de Estado del G-20 concluyó hoy con un claro logro para este
grupo apenas conocido hace un año, que ahora sale reconvertido en el
gran supervisor del funcionamiento económico mundial.
Los mandatarios se despiden de esta tercera cumbre con algunos
logros a sus espaldas, entre ellos el compromiso de poner los
cimientos para lograr un crecimiento sostenido y, sobre todo,
resolver las debilidades que condujeron a la crisis financiera
mundial .
Así, los líderes del G-20 se comprometieron a acabar con los
"excesos" en el sector bancario, ante la constancia de que su
"temeridad y ausencia de responsabilidad" condujeron a la crisis.
La declaración adoptada hoy ataca los altos bonos de los
directivos bancarios que, según recomiendan, deben ser fijados por
objetivos a largo plazo y vinculados al rendimiento de la entidad.
No obstante, no impone unos limites a estos bonos, como defendía
Francia, con la oposición de Estados Unidos.
Otro de los mensajes claros de la cumbre es que "hay que evitar
la retirada prematura de los planes de estímulo" que han puesto en
marcha los países para incentivar la reactivación económica, aunque
se comprometen a comenzar a preparar una "estrategia de salida"
cuando sea oportuno.
"Nos comprometemos hoy a mantener nuestra vigorosa respuesta
hasta que esté asegurada una recuperación duradera", apunta el
comunicado, en un mensaje que tranquiliza a los mercados ante la
constancia de que no se va a retirar precipitadamente la inyección
de recursos públicos.
En su reunión, el G-20 constató que la economía mundial ha
comenzado a dar signos de recuperación, pero insiste en que estos
logros "no debieran conducir a la complacencia", y que hay mucho que
hacer todavía para lograr que el planeta disfrute de un crecimiento
sostenible y equilibrado.
Al frente de la ingente tarea de impulsar las reformas
financieras se coloca a partir de hoy el G-20, un grupo hasta hace
poco desconocido y que se ha convertido en esta cumbre en el
"consejo de administración" de la economía mundial, un papel que
hasta ahora desarrollaban las naciones más poderosas.
Este movimiento a favor del G-20 (grupo donde participan países
como Brasil, China o la India) pone de relevancia cómo ha cambiado
la configuración económica mundial, y el peso creciente de las
naciones emergentes.
Barack Obama ha sido precisamente uno de los impulsores de la
transferencia de poder del G-8 (EE.UU., Japón, Alemania, Francia,
Gran Bretaña, Canadá, Italia y Rusia) en favor del G-20, que sale
convertido en el "foro principal de la cooperación económica
internacional".
Al asumir este papel, el G-20 tendrá que dar su visto bueno a las
políticas que desarrollan actores tan importantes como Estados
Unidos o China.
En su declaración de hoy, este grupo da algunos bosquejos de la
ruta que debe seguir la economía mundial para generar, según dice,
un "crecimiento global, vigoroso, sostenible y equilibrado". El
Fondo Monetario Internacional (FMI) le ayudará a vigilar cómo los
países ponen en marcha sus reformas.
Entre sus propuestas, recomienda que las entidades financieras se
recapitalicen, para ser más solventes, y que los países adopten
medidas anticíclicas que eviten las subidas y caídas bruscas de los
precios. También deben dotarse de políticas macroeconómicas que
fomenten la estabilidad.
También propone que los organismos internacionales den una mayor
participación a los países emergentes, y cita en concreto el FMI,
donde los países ricos cederán un cinco por ciento de su capacidad
de voto a las naciones menos representadas.
Otro de los puntos hace referencia al mercado de la energía, y
pide que se reduzcan los "ineficaces" subsidios sobre el consumo de
combustibles fósiles, que "promueven el derroche, reducen la
seguridad energética y minan los esfuerzos para combatir el cambio
climático".
Europa quería imponer una fecha límite para que los países que
más subvencionan la producción y consumo de combustibles fósiles,
como Rusia, retiren estos subsidios, lo que no ha sido posible.
Además, insta a los países, sin citar nombres, a luchar contra el
proteccionismo comercial.
El G-20 ha decidido no fijar objetivos sobre el comercio o sobre
el déficit presupuestario de los países, una iniciativa defendida
por Europa, pero a la que se oponía firmemente China, temerosa de
que se le exigiera poner freno a sus crecientes exportaciones.
El grupo tiene ahora unos meses por delante para poner en marcha
esta ambiciosa agenda. La próxima cumbre ha sido convocada en
Canadá, el próximo mes de junio, y seguirá otra en Corea del Sur en
noviembre de 2010.
A partir de esa fecha, las reuniones serán anuales y la primera,
la de 2011, está previsto que se celebre en Francia. EFE
pgp/mla/ap
(con fotografías, audio y vídeo)