Agus Morales
Nueva Delhi, 15 jun (EFE).- Las irregularidades, la falta de
transparencia y la pesada burocracia india amenazan con lastrar la
ley estrella del gobernante Partido del Congreso, un gran plan
contra la pobreza rural india lanzado en 2006.
El Programa Nacional Rural de Garantía de Empleo (NREGA en
inglés), que a pleno músculo debería beneficiar a 60 millones de
hogares, ha supuesto un desembolso a las arcas indias en cuatro años
de 784.000 millones de rupias (unos 16.800 millones de dólares a
cambio de hoy), pero el efecto en las capas más desfavorecidas aún
está por ver.
La primera fase del plan -rebautizado luego con el nombre del
"Mahatma" Gandhi-, se desarrolló a partir de 2006 en trece distritos
del estado sureño de Andhra, uno de los más dependientes de la
agricultura y azotados por la pobreza.
En abril de 2008 se hizo extensivo a todo el gigante asiático,
que pese al discurso académico sobre el milagro económico y el auge
de las empresas tecnológicas sigue siendo un país donde más de la
mitad de la población depende de la agricultura.
Sobre el papel, el programa -que ha dado grandes réditos
electorales al Partido del Congreso- garantiza cien días de empleo
al año y un salario diario de cien rupias (2,15 dólares) a un
miembro de las familias que viven bajo el umbral de la pobreza,
entre otras medidas.
"Esto debería sacar a millones de personas de la pobreza",
proclamó al principio el ministro de Desarrollo Rural, Raghuvansh
Prasad Singh.
En un reciente discurso para hacer balance del primer año del
segundo mandato del Partido del Congreso, el primer ministro indio,
Manmohan Singh, detalló que se han creado unos cuatro millones de
empleos gracias a este plan en el año financiero 2009-2010, algo que
ha beneficiado a unos cuarenta millones de hogares.
Pero a renglón seguido admitió que el programa ha sido enmendado
para garantizar el correcto pago por los días trabajados y "asegurar
la transparencia sobre la custodia de las tarjetas de trabajo" que
se les facilita a los campesinos.
Los temores a que la anquilosada burocracia india podría impedir
la correcta aplicación del plan o engullir los recursos se hicieron
patentes desde el principio: al presentar el plan en 2006, Singh ya
pidió "transparencia y contabilidad total".
Ahora varios informes han confirmado las sospechas, en particular
uno encargado por el Gobierno al Instituto de Trabajo Nacional.
El estudio revela el "gran fraude" que ha supuesto la fabricación
de carnés de trabajo falsos, que "en muchos casos" estaban en manos
de miembros de los "panchayat", pequeños consejos locales que
constituyen el primer escalón del sistema burocrático indio.
"Una buena proporción de trabajadores empleados bajo el NREGA no
recibieron el sueldo mínimo", dice el informe, que desvela presiones
y amenazas de los "panchayat" a los campesinos para que no denuncien
estas irregularidades.
El documento también lamenta la demora de "dos meses, seis meses
o incluso un año" en el pago a estos agricultores, a menudo
estrangulados por las deudas, uno de los motivos principales de las
altas tasas de suicidio en el campo indio.
Según el estudio, "el número de días de empleo disponibles (para
los campesinos) no es demasiado alto" y se han dado casos en los que
una persona trabajaba un día, pero en su tarjeta de empleo constaban
hasta 33 jornadas.
Para dar un vuelco a la situación, el informe sugiere la creación
de un comité para supervisar la aplicación del plan y pone en tela
de juicio el papel de las administraciones locales, unas críticas a
las que se han unido los medios de comunicación.
"Varios estudios, incluidos algunos gubernamentales, admiten la
corrupción generalizada en el NREGA -reflexiona la revista india
"The Caravan"-. Y lo más importante: la promesa de cien días de
empleo garantizado no se ha cumplido. Esto le hace a uno
preguntarse: cuatro años después, ¿qué ha ido mal en el plan
keynesiano de la India?". EFE