Rocío Otoya
Lima, 3 sep (EFE).- El proyecto cuprífero Las Bambas, que
requerirá de una inversión total de 4.200 millones de dólares, es la
apuesta minera más importante de Perú, pero también puede significar
un péndulo entre el desarrollo y el conflicto con las comunidades,
alertaron hoy ambientalistas y sindicalistas del país.
Aunque el Gobierno peruano suscribió ayer un contrato para
transferir la titularidad de las concesiones de Las Bambas con la
suiza Xstrata Cooper, que espera procesar sus primeros minerales a
partir de 2014, aun está pendiente la aprobación del Estudio de
Impacto Ambiental (EIA), presentado en mayo pasado.
Las Bambas se ubica a 4.650 metros de altura y se extiende sobre
35.000 hectáreas de terrenos en las provincias de Cotabambas y Grau,
en la región de Apurímac (sur de Perú).
Al respecto, el representante de la ONG CooperAcción Jaime
Consiglieri dijo hoy a Efe que Las Bambas "es una inversión bastante
significativa, tanto que se le ha denominado el proyecto del siglo",
pero alertó que "hay mucha desinformación sobre la real magnitud del
proyecto y sobre el desarrollo de Las Bambas en la zona".
Ante la inminencia del inicio del proyecto, Consiglieri consideró
necesario "respetar los derechos de las comunidades" rurales que
habitan en las localidades de Cotabambas y Grau, así como "los
mecanismos adecuados de transparencia", tras enfatizar que "no hay
claridad en la reubicación de estas poblaciones".
El experto también recordó que los pobladores ya han expresado en
el pasado su descontento respecto al Fideicomiso de Aporte Social,
creado por Xstrata en 2004 para financiar proyectos de desarrollo
social y al que ha aportado hasta el año pasado unos 47,5 millones
de dólares, porque "en la práctica no ha funcionado como se tenía
previsto".
Apurímac, situada en los Andes peruanos y con una población
mayoritariamente quechua hablante, es una región sin tradición
minera y una de las más pobres del país.
Su tasa de pobreza total es de 65,9% y los pobres extremos
bordean los 30,7%, siendo Grau una de sus provincias más pobres, por
lo que Las Bambas se mira con gran expectativa de desarrollo, no
sólo por la generación de empleos sino también por el dinero que
recibirá a través del canon minero.
El presidente peruano, Alan García, considera que el proyecto es
"el contrato del siglo" en Perú, dado que además de la millonaria
inversión que se destinará desde el próximo año, tiene previsto
generar 3.600 puestos de trabajo directos durante su construcción y
1.350 puestos permanentes cuando entre en operación.
Pero Perú, donde la minería representa el 60% del total de las
exportaciones del país, tiene en esta actividad una cantera de
conflictos entre las empresas extractoras y las poblaciones donde
operan, principalmente por la falta de comunicación, la desconfianza
y la ausencia del Estado.
El secretario general de la Federación Nacional Minera,
Metalúrgica y Siderúrgica del Perú (FNTMMSP), Luis Castillo, remarcó
hoy a Efe que su gremio "saluda la firma de este convenio que es
bastante significativo y que durará 18 años".
Castillo pidió a los inversores "que sean responsables en cuanto
al medio ambiente, el derecho de las poblaciones alrededor del
proyecto y de los trabajadores", tras recordar que Xstrata, que
también explota la mina Tintaya, en Cuzco, tuvo problemas con sus
trabajadores.
El dirigente minero además exigió al Estado que cumpla con su
labor fiscalizadora para "conseguir los objetivos de mejoras
sociales en la zona".
Las Bambas, que incluye las concesiones mineras de Ferrobamba,
Chalcobamba, Sulfobamba y Charcas (donde se calcula existen
1.132.000 toneladas de mineralización de cobre), produciría
inicialmente unas 400.000 toneladas anuales de cobre metálico en
concentrados.
Perú, que es el primer productor de plata y teluro del mundo, el
segundo de cobre y zinc, el tercero en estaño y el sexto en oro,
tiene cerca de 20 millones de hectáreas dedicadas a la actividad
minera entre exploración y explotación, lo que representa alrededor
de un 15% de su territorio nacional, según cifras oficiales. EFE