Investing.com - Con el 52% de los votos, Recep Tayyip Erdogan ha sido nombrado presidente de Turquía hasta 2028, imponiéndose en segunda vuelta al líder de la oposición Kemal Kilicdaroglu, que obtuvo algo menos del 48% de los votos.
Tras la victoria, Erdogan, "sultán" de Turquía desde hace 20 años, pidió al pueblo que dejara de lado todos los debates y conflictos del periodo electoral y se uniera en torno a sus objetivos y sueños nacionales.
Erdogan ha dicho que ellos no son los únicos ganadores, y que los auténticos ganadores son Turquía y su democracia. Kilicdaroglu, por su parte, califica estas elecciones como las más injustas de los últimos años.
Además de la postura de Turquía en política exterior, crece la preocupación en torno a la economía nacional del país, paralizada por la elevada inflación, el estancamiento del crecimiento económico y la devaluación de la lira turca.
Así, la moneda local va camino de nuevos mínimos en consonancia con la política fiscal de Erdogan, que probablemente no adopte un nuevo paradigma en los próximos años. En estos momentos, una lira vale menos de 5 céntimos de euro, mientras que el euro equivale a 21,50 liras, cerca de mínimos históricos.
En los últimos años, el Gobierno y el banco central han aplicado una política considerada poco ortodoxa, es decir, seguir bajando los tipos de interés incluso en un entorno de hiperinflación, lo que ha provocado el hundimiento de la lira y ha hecho caer en picado las cuentas públicas.
Para apuntalar la lira, desde la última crisis monetaria de 2021, el banco central ha intervenido constantemente en el tipo de cambio, utilizando oro y reservas de divisas para sostener su valor.
Medidas como éstas han atraído a varios críticos del exterior, que consideran que la lira es una moneda controlada y que ya no está sujeta a los tipos que decide el mercado, sino que es de "libre flotación".
Antes de la segunda ronda, Richard Briggs, gestor senior de fondos de deuda de mercados emergentes en Candriam, afirmó en una nota enviada a Investing.com que las enormes intervenciones del banco central y los bancos locales crearán mayores desequilibrios que Turquía tendrá que resolver llegado el momento.
Turquía siempre ha sufrido vulnerabilidades, señala Briggs, pero en los últimos tres años el país se ha estancado cada vez más, financiado por depósitos de otros bancos centrales, en particular de los Estados del Golfo, y depósitos de Rusia tras la invasión de Ucrania.
Advierte de que, si Turquía sigue registrando grandes déficits por cuenta corriente, una vez que estos flujos se detengan o reviertan, la presión sobre la moneda y la economía podría ser acuciante en ausencia de un marco político creíble, lo que es menos probable bajo la actual Administración.