París, 26 may (EFE).- España está quedando claramente descolgada
de la recuperación económica de la OCDE, que ha revisado al alza las
previsiones de la mayor parte de sus países miembros para este año y
el próximo por el tirón más positivo de lo esperado tanto del
comercio internacional como de las economías emergentes.
En su informe semestral de perspectivas, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sigue persistiendo en
su idea de que el Producto Interior Bruto (PIB) de España va a
volverse a reducir este año: un -0,2% frente al -0,3% que calculaba
en noviembre, que coincidía con la cifra del Gobierno.
De los 30 países miembros, sólo se augura también un retroceso
del PIB Grecia (-3,7%), Islandia (-2,2%) e Irlanda (-0,7%), mientras
que la media de la organización será un crecimiento del 2,7%, es
decir, ocho décimas más de lo que se anticipaba hace seis meses.
La magra recuperación del 0,9% para España en 2011 es la misma
que la OCDE había dado en noviembre (cuatro décimas por debajo de la
que ha ofrecido el Gobierno tras integrar el impacto negativo de su
plan de ajuste) y sólo dos países quedan por debajo: Grecia, con un
nuevo bajón económico del 2,5% y Portugal con un ascenso del 0,8%.
Los datos españoles del próximo ejercicio se quedan una vez más
muy por debajo del 2,8% para el conjunto del conocido como el "Club
de los países desarrollados" y de la media de la zona euro (1,8%).
Uno de los puntos negros de la economía española es el paro, el
más elevado con diferencia de los Estados de la OCDE, y que según la
previsión va a aumentar de una media del 18% en 2009 al 19,1% este
año (dos décimas menos de lo calculado en noviembre), antes de bajar
en 2011 (18,2% de media).
Cifras que son más del doble de las de la OCDE, donde la tasa de
desempleo después de haber ascendido al 8,1% de media en 2009, va a
tocar techo en 2010 (8,5%) y disminuir en 2011 (8,2%).
Otro gran lastre para España es el de un sector inmobiliario en
el que la absorción de las viviendas sin vender se está haciendo
"sólo lentamente" y cuyos precios siguen inflados, según los autores
del estudio.
El secretario general de la organización, Ángel Gurría, mostró su
apoyo y "admiración" al plan de ajuste presupuestario anunciado a
comienzos de mes por el Ejecutivo español, en tanto que constituye
"un reconocimiento de que hay que hacer un esfuerzo muy especial en
virtud de las demandas que está haciendo el mercado en Europa".
Pero Gurría añadió que las reformas que desde hace años viene
aconsejando la OCDE a España, en particular la de su sistema de
pensiones y la del mercado laboral son ahora "urgentes" por el
contexto económico.
Uno de los pocos elementos de consuelo son las previsiones a
medio y largo plazo, que con todas las incertidumbres que conllevan
son más halagüeñas para España que para el conjunto de la zona euro.
De acuerdo con esas proyecciones, la economía española crecerá a
un ritmo del 2,4% en el periodo 2012-2015 y luego al 2,2% en
2016-2025, mientras los miembros de la moneda única europea en su
conjunto lo harán al 2,3% y al 1,7% respectivamente.
Más allá del caso español, la zona euro en su conjunto es el
bloque enfermo de la OCDE, que no aprovecha como Estados Unidos o
Japón el espectacular despegue de los grandes países emergentes
asiáticos, y que además está en el ojo del huracán de los mercados
por la viabilidad de la deuda de algunos de sus Estados.
Aquí el mensaje de Gurría a falta de original fue claro: las
turbulencias de los mercados en los últimos meses han puesto en
evidencia la necesidad de una mayor coordinación de las políticas de
los países de la zona euro, que deberían constituir "una unión
fiscal de facto".
Eso debería traducirse en medidas que garanticen la disciplina
fiscal, incluyendo "sanciones más efectivas" y auditorías externas
de los presupuestos hasta llegar a una armonización.
La OCDE insiste en que la consolidación fiscal es el gran reto
para luchar contra los riesgos que ponen en peligro la recuperación
y no quiere descartar el recurso a subidas de impuestos, pero en
aquellos con menor impacto económico, es decir, los que gravan el
consumo y las emisiones contaminantes. EFE
ac/jla