Madrid, 1 nov (.).- España es un país con potencial para emitir bonos verdes, aunque por el momento la iniciativa se ha limitado a compañías como Iberdrola (MC:IBE) y al impulso de entidades como BBVA (MC:BBVA), según apuntan los expertos del sector.
El gestor de Mirova, la división de inversiones responsables de Natixis (PA:CNAT) Global AM, Christopher Wigley, no ve "razones para que España no emita" este tipo de activos y, en una entrevista con Efe, asegura que el país "tiene potencial".
Sin embargo, hasta el momento solo las corporaciones privadas se han decantado por estos productos como fuentes de financiación, pero ya hay algunos países que comienzan a pensar en estos activos.
"Ningún gobierno ha emitido todavía, pero hay muchos planteándoselo: Francia, Suecia, Italia e incluso emergentes como Nigeria", asegura el experto.
De hecho, los ministros franceses de Economía y Medio Ambiente anunciaron a principios de septiembre la emisión de un bono verde estatal en Francia para 2017.
Tampoco hay que olvidar que la primera emisión de bonos verdes se realizó en 2007 a través de una colaboración del Banco Mundial con el banco sueco SEB (PA:SEBF) para crear un instrumento de renta fija ligado al medio ambiente.
En España, la compañía que ya ha acudido a este tipo de financiación es Iberdrola, con una emisión de unos 1.700 millones de euros a través de bonos verdes con vencimiento a diez años.
Asimismo, Wigley destaca que "BBVA está muy activo en ayudar a que los bonos verdes lleguen al mercado".
Estos productos son iguales que cualquier otra obligación y cuentan con rentabilidad, vencimiento y calificación de riesgo, pero se diferencian de los bonos convencionales en que el dinero captado debe emplearse para financiar o refinanciar proyectos sostenibles, relacionados con las energías renovables, la eficiencia energética o el transporte limpio, entre otras iniciativas.
El gestor de Mirova ha explicado a Efe que para que un bono sea considerado verde tiene que corresponderse con los cuatro pilares que se han establecido en el sector: "información sobre el producto, evaluación del proyecto, explicación de la gestión y elaboración de informes regulares", ya que los inversores tienen que saber a qué se destina su dinero.
Esta es una de las principales ventajas que Wigley ve en los bonos verdes y añade que para la empresa emisora también es una buena oportunidad, ya que diversifica a los inversores, motiva a los trabajadores y obtiene más fondos.
Además, los bonos verdes pueden "ayudar a regiones locales, no solo en términos de sostenibilidad, sino también en la potencial creación de empleo".
Aunque las empresas que más recurren a la emisión de este tipo de obligaciones son las dedicadas a la construcción de infraestructuras, Wigley anima a otros sectores como "socimis que quieran ser más eficientes energéticamente".
Las petroleras y mineras también pueden decantarse por estos productos, ya que son sectores que "no pueden durar para siempre" y los bonos verdes pueden contribuir a su transición.
Esta tendencia relativamente nueva mueve millones de dólares cada año y la cifra crece cada ejercicio, con una estimación de más de 30.000 millones de dólares para 2016, según esta gestora.
"Intentamos ser conservadores en las cifras y para 2017 creemos que será mayor que en 2016, entre los 30.000 y los 40.000 millones de dólares", sostiene el experto.
Pese a su crecimiento, "no hay vistas de ninguna burbuja en el futuro", debido a que es un mercado relativamente joven que comenzó en 2007.
De la misma manera, Wigley descarta que puedan darse casos de fraude, por el control al que está sometido el sector y porque "sería un riesgo reputacional" para la compañía.