Jesús María Alonso
Madrid, 13 feb (EFE).- Los intentos solidarios de los socios
europeos para contener y limitar los males económicos de Grecia
acapararon una semana en la que ha quedado claro que la recuperación
todavía es una quimera.
Los datos del PIB europeo del cuarto trimestre de 2009 depararon
una triste sorpresa: que la recuperación se ha desinflado tanto en
la zona del euro como en el conjunto de la Unión Europea (UE), con
un exiguo crecimiento del 0,1%, y sólo Francia se mostró vigorosa
(+0,6%), mientras que el motor alemán se paró (0%) tras dos
trimestres a plena marcha.
Las perspectivas del Banco Central Europeo (BCE) para 2010 son
que economía de la zona del euro crezca el 1,2%, con una inflación
del 1,3% y una tasa de desempleo aumente al 10,5%.
En esta tesitura, el BCE cree que los elevados déficit y deuda
pública representan una carga adicional para la política monetaria,
por lo que espera que crezca el desempleo y disminuya el consumo.
Y es que el fantasma de la crisis sigue estando presente sobre
las finanzas internacionales.
La situación económica de Grecia y la amenaza que representa para
los países europeos obligó esta semana a sus socios de la UE a un
debate extraordinario del que salió un respaldo un tanto tibio al
plan de ajuste griego, que será fiscalizado estrictamente, sobre
todo por Alemania y Francia.
El Parlamento Europeo pidió esta semana una mayor coordinación de
las políticas económicas y medidas contra la especulación sobre el
euro y contra los ataques a países como Grecia.
En el plano doméstico, Grecia afrontó una huelga que fue seguida
por cientos de miles de empleados públicos, paralizó aeropuertos,
hospitales y centros educativos y puso contra las cuerdas al
gobierno heleno, que quiere evitar la quiebra del Estado con un
severo plan de ajuste económico, rechazado por los funcionarios por
cercenar el gasto social.
La Reserva Federal de EEUU también prepara un ajuste, en este
caso monetario, que pretende disminuir la liquidez extraordinaria
inyectada al sistema financiero en sus momentos más bajos y una
eventual subida de los tipos de interés, algo que no ha sido bien
digerido por los mercados.
En América Latina, el presidente venezolano, Hugo Chávez, decretó
la ley de emergencia eléctrica, debido a la escasa generación de
energía hidroeléctrica por la seguía que azota al país, que desde
enero sufre el racionamiento eléctrico.
Los fabricantes de automóviles han vivido una semana agitada.
El mayor grupo automovilístico mundial, el japonés Toyota, llamó
a revisión a más de 400.000 híbridos por un problema en los frenos,
entre ellos los de su exitoso modelo Prius, algo que, al margen de
los costos de reparación, daña su imagen de calidad de marca y que
afecta notablemente a mercados como EEUU, donde la firma nipona
reina sobre Ford y General Motors.
La también nipona Honda llamó a revisión a 438.000 vehículos en
todo el mundo, por un problema en el inflado del airbag, que puede
causar accidentes y lesiones.
La crisis hundió en 2009 la cuenta de resultados de Renault, que
perdió 3.125 millones de euros después de haber ganado 571 millones
en el ejercicio precedente.
Opel, mientras tanto, anunció que reducirá su capacidad de
producción un 20% en Europa, para lo que recortará 8.370 empleos de
los 50.000 actuales.
El Dow Jones neoyorquino mantuvo una línea estable y acabó con
una ganancia acumulada del 0,87%, ayudado por las tecnológicas.
Los parqués europeos se recuperaron de los sustos de la semana
precedente y ganaron en torno al 1% de media, favorecidos por la
actitud de los gobiernos europeos de echar una mano a Grecia, lo que
también repercutió positivamente en los asiáticos, mientras que los
latinoamericanos, menos Caracas, tuvieron tendencia alcista.
El euro sigue por una cuesta abajo suave y cerró en Fráncfort a
1,36 dólares, su menor nivel en nueve meses. El petróleo, por el
contrario, mantiene su línea alcista y el barril de Texas cerró en
Nueva York a 74,18 y el Brent en Londres a 72,90. EFE