Londres, 11 jun (EFE).- El vertido de petróleo de BP en el golfo
de México está provocando fuertes tensiones políticas entre la Casa
Blanca y el Reino Unido y una grave preocupación en círculos
empresariales de este país.
El desastre ecológico causado por ese accidente ha reducido
prácticamente a la mitad el valor accionarial de la compañía y ha
provocado fuertes tensiones entre Washington y Londres.
La compañía se encuentra en caída libre por el temor de los
inversores al impacto de la mala imagen que BP se ha granjeado en
EEUU por las continuas críticas del presidente de ese país, Barack
Obama.
El primer ministro británico, David Cameron, se ha visto obligado
a salir en defensa de la compañía, y tratará el tema con el
presidente Barack Obama este fin de semana en la Casa Blanca.
El Gobierno norteamericano ha anunciado por otra parte que el
presidente de BP, Carl-Henric Svanberg, ha sido convocado a una
reunión en la Casa Blanca con Obama y el funcionario norteamericano
al frente de los trabajos de limpieza, el almirante Thad Allen.
Resulta significativo que la carta de Allen en la que convoca a
Svanberg a la reunión no mencionase para nada al consejero delegado
de la compañía, Tony Hayward, a quien Obama ha criticado
personalmente.
Mientras tanto, el US Geological Survey ha calculado que hasta
40.000 barriles diarios de petróleo (6,4 millones de litros), el
doble de lo estimado hasta ahora, pudieron derramarse en el mar
durante las primeras semanas tras el accidente.
La compañía británica asegura que la campana colocada en la boca
del pozo recogió el miércoles 15.800 barriles de petróleo, algo más
de los 15.010 barriles recogidos las veinticuatro horas anteriores.
Según el fiscal general estadounidense, Eric Holder, su Gobierno
no pagará un solo centavo por los trabajos de limpieza y será BP
quien corra con todos los gastos.
Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes, la
demócrata Nancy Pelosi, ha acusado a BP de "falta de integridad" por
la forma de abordar el desastre.
Pelosi y otros muchos políticos estadounidenses han dado a
entender que habría que obligar a BP a suspender el pago de
dividendos a sus accionistas hasta que se demuestre que dispone del
dinero suficiente para correr con todos los gastos de la limpieza y
las indemnizaciones por daños y perjuicios.
Todo esto ha suscitado una fuerte preocupación en el Reino Unido,
donde los dividendos de la compañía forman parte importante de los
fondos de pensiones de millones de británicos, que podrían verse así
amenazados.
El líder tory, que ayer se encontraba en Afganistán, instó a BP a
hacer todo lo que esté en sus manos para resolver cuanto antes la
situación y dijo que su Gobierno estaba dispuesto a ayudar a la
empresa.
"Comprendo plenamente la frustración del Gobierno de EEUU. Lo más
importante ahora es intentar mitigar los efectos y resolver el
problema. Es algo que voy a tratar con el presidente de EEUU cuando
hable con él".
En Washington, sin embargo, el portavoz del Departamento de
Estado, Pj Crowley, dijo que el vertido era una cuestión entre EEUU
y BP, y no entre Washington y "su más próximo aliado".
El ministro británico de Finanzas, George Osborne, dijo haber
llamado al consejero delegado de BP en nombre del primer ministro
para hacer hincapié en "el valor económico que BP tiene para los
ciudadanos británicos y norteamericanos".
Según el Financial Times, John Napier, presidente de la
aseguradora británica Royal & Sun Alliance, ha escrito a título
personal al presidente Obama acusándole de "doble moral" en sus
críticas "personales y un tanto sesgadas" a Tony Hayward. EFE