César Muñoz Acebes
Washington, 23 sep (EFE).- El secretario del Tesoro de EE.UU.,
Timothy Geithner, urgió hoy al Congreso a que apruebe la reforma del
sistema financiero propuesta por la Administración, que un año
después del colapso de Lehman Brothers no ha logrado cambios en el
marco regulador.
Geithner dijo ante el Comité de Servicios Financieros de la
cámara baja que el Gobierno estadounidense no permitirá que sus
mayores bancos operen sin una supervisión más efectiva.
La comparecencia se produce en vísperas de la cumbre presidencial
del G-20, que tendrá lugar el jueves y el viernes en Pittsburgh.
A ella Estados Unidos llegará con un compromiso de reforma, pero
sin resultados concretos, lo que preocupa a sus socios europeos,
según dijo a Efe una fuente gubernamental del viejo continente que
pidió no ser identificada.
"Las fallas en nuestro sistema financiero y nuestro marco
regulador que permitieron que ocurriera esta crisis, y en gran
medida contribuyeron a causarla, continúan igual", reconoció
Geithner en su comparecencia.
Con un sistema financiero aún muy maltrecho y que opera con la
lubricación de billones de dólares públicos, existe el temor de que
un nuevo revés, sin una estructura normativa actualizada, haga
volver el caos.
No obstante, hasta ahora el debate sobre la reforma sanitaria
dominaba la agenda del Congreso y del presidente Barack Obama, que
habían dejado de lado el tema bancario.
El presidente del Comité de Servicios Financieros, el demócrata
Barney Frank, quiso subsanarlo, al prometer hoy convocar audiencias
sobre la propuesta legislativa para la próxima semana.
Ante los legisladores, Geithner enfatizó hoy dos metas
principales: crear una agencia de protección al consumidor y obligar
a mantener más reservas a las entidades financieras "demasiado
grandes para quebrar", como se les ha bautizado, es decir, cuyo
hundimiento arrastraría al abismo al sistema financiero.
El banco de inversión Lehman Brothers era una de ellas, como se
comprobó dolorosamente el 15 de septiembre de 2008, cuando su
declaración de quiebra extendió el pánico por las bolsas del mundo.
La Administración ha optado por una reforma financiera más
modesta que lo anticipado, al mantener el sistema fragmentado de
agencias reguladoras, aunque la Reserva Federal tendría más poderes.
La gran novedad sería el establecimiento de la agencia de
protección al consumidor, para poner coto a la tentación de la banca
de dar hipotecas a quien no se las puede permitir y luego venderlas
a un tercero, lo que infló la burbuja inmobiliaria en EE.UU.
Sin embargo, la propuesta se enfrenta a la resistencia de la
Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos
(FDIC, en inglés), que objetan a la separación de las funciones de
supervisión bancaria y protección de los consumidores.
"Lo que oímos de las agencias reguladoras es simplemente un deseo
entendible de proteger las potestades que tienen ahora (...), pero
nuestra responsabilidad es determinar lo que es bueno para el país",
dijo Geithner en el Congreso.
Otra fuente de oposición es la banca privada, que ha superado el
estado de shock inicial por la crisis y se ha movilizado para
minimizar el yugo regulador que el Legislativo podría imponerle.
En una carta enviada el martes a los miembros del Comité, Frank
propuso diluir los futuros poderes de la nueva agencia, al eximir de
su jurisdicción a las empresas no financieras y no obligar a la
banca a ofrecer productos simples a los consumidores, como hipotecas
a interés fijo a 30 años.
Geithner comentó que la Administración está en general de acuerdo
con las modificaciones sugeridas por el legislador demócrata.
El secretario también confesó que el Gobierno está "profundamente
preocupado" por el riesgo que representa considerar a algunas
entidades "demasiado grandes para quebrar", pues alimenta la
expectativa de que la mano pública siempre intervendrá para sacarlas
de apuros.
"Es muy importante que estas instituciones que importan, cuyo
futuro podrían amenazar a la economía en su conjunto, estén sujetas
a límites mayores de su nivel de deuda en el futuro y tengan
colchones más conservadores de capital y liquidez", enfatizó.
Esa es una de las principales propuestas que impulsará en el G-20
Estados Unidos, que quiere que ninguna entidad de gran peso, ya sea
que tenga su sede en su territorio o en el extranjero, pueda operar
con la despreocupación de antes de la crisis. EFE