Sídney (Australia), 2 jul (EFE).- La primera ministra de
Australia, Julia Gillard, anunció hoy su Gobierno llegó a un acuerdo
con las empresas mineras que operan en el país para imponerles un
impuesto del 30 por ciento, en lugar del 40 por ciento propuesto
anteriormente.
La polémica con el sector minero fue uno de los factores que
precipitaron la caída del ex jefe del Ejecutivo Kevin Rudd, quien se
vio obligado a dimitir el jueves pasado tras un motín en el Partido
Laborista encabezado por la entonces viceprimera ministra Gillard.
El acuerdo con las mineras, que incluye a multinacionales como
Rio Tinto, BHP Billiton y Xstrata Plc, abre la puerta para la
celebración de elecciones en los próximos meses.
El consenso "acabará con la incertidumbre y la división y nos
permitirá avanzar como nación", manifestó en conferencia de prensa
la primera ministra, al anunciar la reforma fiscal.
Gillard destacó que el impuesto significará la mejor retribución
para los australianos por la explotación de los recursos limitados
de la tierra, al tiempo que garantizó al resto del mundo que "el
sector minero australiano es robusto y tiene un futuro seguro".
El nuevo impuesto del 30 por ciento, que entrará en vigor en
2012, gravará los beneficios de las explotaciones de hierro mineral
y carbón, que acaparan casi la mitad del total de las exportaciones
australianas.
Mientras que la reforma fiscal propuesta por Rudd iba a afectar a
2.500 empresas, este gravamen se aplicará sólo a 320 mineras con
unos beneficios superiores a los 50 millones de dólares australianos
(unos 42 millones de dólares o 34 millones de euros).
Las arcas del Estado ingresarán así 10.500 millones de dólares
australianos (8.900 millones de dólares o 7.120 millones de euros)
en los dos primeros años, una disminución de 1.500 millones de
dólares australianos respecto a los ingresos previstos inicialmente.
Sin embargo, la primera ministra aseguró que esto no afectará a
los planes del Gobierno de volver al superávit presupuestario en
2013.
La nueva imposición, inicialmente bautizada como Impuesto de
Super Beneficios por Recursos (Resource Super Profits Tax), se
llamará ahora Impuesto sobre la Renta de Recursos Minerales
(Minerals Resource Rent Tax).
La nueva ley será presentada al Parlamento después de las
próximas elecciones generales, que aún no se han convocado pero se
prevé que se celebren en los próximos meses.
BHP Billiton, Rio Tinto y Xstrata se congratularon por el acuerdo
alcanzado con el Ejecutivo.
"BHP Billington cree que la reforma fiscal, que es competitiva y
equilibrada, permitirá el crecimiento inversor de las mineras
australianas, lo que beneficiará a todos los australianos", afirmó
su consejero delegado, Marious Klopper.
Xstrata anunció de inmediato que retomaba la expansión de su mina
de cobre de Ernest Henry en Queensland, que había suspendido debido
al litigio con el anterior Gobierno.
Por su parte, las mineras más pequeñas se mostraron descontentas
por no haber podido participar en la negociación.
La introducción del impuesto sobre minas y la controvertida
legislación sobre comercio de gases causantes del efecto invernadero
formaban la espina dorsal del programa de Kevin Rudd y su fracaso le
costaron el puesto.
Tras proponer el impuesto, el sector minero inició una campaña
publicitaria millonaria para desacreditar el gobierno de Rudd, que
contraatacó con otra campaña para defender la imposición del 40 por
ciento.
Las mineras aducían que la presión fiscal propuesta por Rudd
impediría realizar más inversiones en el país.
Sin embargo, cifras de la Oficina Australiana de Estadísticas
publicadas el jueves revelan que la industria buscaba la
contratación de 6.200 trabajadores el pasado mes de mayo, en mitad
de la polémica con el Gobierno.
El sector minero emplea a unas 200.000 personas en el país y
genera aproximadamente el siete por ciento del Producto Interior
Bruto. EFE
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