César Muñoz Acebes
Washington, 6 may (EFE).- El contagio de la crisis griega hacia
el oeste, el principal temor de Europa, es ya una realidad reflejada
en el alza de las primas de riesgo de Portugal y España, que
encarece sus deudas y agrava la situación de sus cuentas públicas,
según opinan los expertos.
La rentabilidad de los bonos portugueses a 10 años se situó hoy
en el 6,5% y los españoles en el 4,4%, el nivel más alto desde la
introducción del euro.
Para Portugal eso significa que perderá dinero con su aportación
al programa de ayuda a Grecia, pues le prestará 2.064 millones de
euros al 5%, un dinero tendrá que pedir prestado a un interés mayor.
Aunque los mercados no han perdido de vista a Grecia, las grandes
caídas de esta semana en las bolsas son consecuencia de las dudas de
los inversores sobre la capacidad de otros países europeos de pagar
su deuda y el peligro de una crisis bancaria en el viejo continente,
según los expertos.
Parte de la culpa, según los expertos, la tienen los propios
líderes europeos, que han tardado meses en concretar el programa de
ayuda a Atenas, en parte por la ausencia de un mecanismo establecido
en la Unión para lidiar con esta situación extrema.
"Los mercados ven la gran renuencia de los contribuyentes
alemanes a rescatar a Grecia. Si España y Portugal piden dinero, no
lo habrá", opinó Desmond Lachman, ex subdirector del departamento de
Política y Revisión del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las cuentas públicas de ambos países están mejor que las griegas,
como ha destacado el FMI, pero sus perspectivas de crecimiento -y
por ende de recaudación de impuestos- son oscuras.
"Sus gobiernos no quieren ver lo que pasa. No están tomando
medidas enérgicas", dijo Lachman.
El Ejecutivo español, por su parte, argumenta que un ajuste
fiscal más drástico ahogaría la incipiente recuperación económica.
El FMI pidió el jueves a España que aplique su programa de ahorro
público "con rapidez", pero no le instó abiertamente a tomar medidas
adicionales.
Los problemas no se ciñen a las finanzas públicas, sino que los
bancos europeos tienen mucho que perder por la inestabilidad.
Poseen la mayoría de los bonos de la deuda griega, que asciende a
236.000 millones de dólares, por lo que una suspensión de pagos
abriría un boquete en sus balances que recuerda el sufrido con la
crisis de "subprime" en Estados Unidos.
John Mankin, economista jefe de Caxton Associates, un fondo de
riesgo, cree que parte de la culpa de su vulnerabilidad la tiene el
Banco Central Europeo (BCE), al aceptar desde su creación los bonos
griegos como un colateral de igual calidad que los alemanes.
Eso incentivó que los bancos europeos acumularan deuda griega,
con la que ganan más que la alemana, lo que permitió a Atenas
financiarse durante años pese al desastroso estado de sus cuentas
públicas, dijo hoy en una rueda de prensa Mankin.
Ahora la única opción del BCE será comprar directamente bonos
griegos, del mismo modo que la Reserva Federal adquirió títulos del
Tesoro y valores inmobiliarios durante la crisis en Estados Unidos,
según Mankin.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, dijo que el consejo
de gobierno de la entidad ni siquiera trató esa posibilidad en su
reunión del jueves, lo que fue recibido negativamente por los
mercados.
Mientras, la posibilidad de un "default" a muy corto plazo en
Grecia es baja, pese al nerviosismo de los mercados.
Los 110.000 millones de euros en préstamos ofrecidos por la zona
euro y el FMI garantizan el pago de su deuda durante algo más de año
y medio, según esa entidad.
Eso significa que durante ese tiempo Atenas no tendrá que llamar
a la puerta de los mercados, siempre que cumpla con los parámetros
del acuerdo.
Su deuda, incluso alcanzando todas las metas del programa, se
elevará hasta en torno del 150 por ciento del Producto Interno Bruto
(PIB) en los próximos años, antes de comenzar a caer.
Para cuando se acabe el dinero público, Grecia deberá haber
realizado un ajuste de tal calibre que los mercados estarán
dispuestos a prestarle a unas tasas razonables, argumenta el FMI.
En el clima actual, con los intereses de sus bonos a 10 años en
el 12 por ciento, los parqués están llenos de escépticos sobre esa
posibilidad.
El programa, eso sí, ha comprado tiempo, un año y medio, para que
España y Portugal, los eslabones más débiles de la cadena tras
Grecia, pongan sus finanzas en orden y convenzan a los inversores de
que sus cuentas son sostenibles. EFE