Antonio Pita
Ramat Hasharón (Israel), 12 feb (EFE).- Israel, un país pequeño,
con poca distancia entre ciudades y enemistado con grandes
productores de petróleo, se presenta como un buen laboratorio para
el coche eléctrico, que llegará en 2011 a sus carreteras.
Esta semana, mientras los ministros europeos de Industria se
reunían en San Sebastián (norte de España) para apostar por el
automóvil sin emisiones de CO2, la empresa Better Place, liderada
por el empresario israelo-estadounidense Shai Agassi, inauguraba en
Ramat Hasharón, al norte de Tel Aviv, un centro para acercar su
proyecto al público.
Better Place y Renault tienen un acuerdo para introducir el coche
eléctrico en el Estado judío dentro de un año y medio, y en
Dinamarca en 2012.
Ese momento parece lejano pero la empresa pretende doblegar ya la
desconfianza que genera en la mayoría de conductores la perspectiva
de un vehículo no alimentado por hidrocarburos y, en principio, con
un mayor precio de venta.
"Creo que éste es el único lugar en el mundo en que la gente
puede venir, conducir un coche eléctrico y ver cómo puede servirle
en el día de mañana", asegura a Efe Dafna Agassi, directora de
Mercadotecnia en Israel de Better Place e hija del iniciador del
proyecto.
El centro, de 750 metros cuadrados, ofrece a los visitantes la
posibilidad de pilotar un Renault eléctrico por una pista
experimental de kilómetro y medio de distancia y disfrutar del
silencio que aporta la ausencia de motor de combustión y tubo de
escape.
El centro, que se abrirá por completo al público a partir del
próximo domingo, incluye además una presentación multimedia en la
que el empresario desgrana las características del proyecto y su
idoneidad para Israel.
Faltan respuestas concretas a los retos universales del coche
eléctrico: su escasa autonomía, la red de puntos de recarga, el gran
tamaño de las baterías y el excesivo tiempo que necesitan para
repostar energía.
Sin embargo, el centro de Better Place muestra que, en efecto,
Israel tiene características interesantes para introducir el coche
eléctrico.
Para empezar, es un estado relativamente pequeño (21.501
kilómetros de superficie, 23 veces menor que España) donde, además,
las posibilidades de cruzar por carretera a los países árabes
vecinos son limitadas (Egipto o Jordania) o nulas por falta de
acuerdos de paz, como en el caso de Siria y Líbano.
El automóvil puede recorrer 160 kilómetros sin cambiar ni
recargar la batería, una autonomía quizás incómoda en otros países,
pero apropiada para Israel, con Tel Aviv a apenas 62 kilómetros de
Jerusalén o 95 de Haifa.
Para desplazamientos superiores a 160 kilómetros hará falta
cambiar la batería en un centenar de estaciones que se implantarán
principalmente en gasolineras.
La compañía, que aspira a colocar 45.000 coches eléctricos en
cinco años, cree que el consumidor optará por su solución porque el
precio final del servicio completo (vehículo, sistema de gestión,
opciones de recarga, ordenador a bordo...) más el cálculo del ahorro
en combustible y tasas será proporcionalmente menor a los de
gasolina, apunta su responsable de mercadotecnia.
La iniciativa empresarial tiene también una dimensión geopolítica
y diplomática que no ocultan sus responsables.
En la exposición multimedia, Shai Agassi argumenta que el mundo
debe deshacerse de su "adicción al petróleo" en parte porque las
ventas benefician a "regímenes extremistas" que apoyan a grupos
dañinos que no precisa.
Por otra parte, Dafna Agassi manifiesta su esperanza en que la
empresa ayude a mejorar la imagen exterior del Estado judío,
castigada por cuatro décadas de ocupación israelí de los territorios
palestinos, y pone como ejemplo que más de cien grupos llegados con
el Ministerio israelí de Exteriores ya han visitado el centro. EFE
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