José Manuel Sanz
Bruselas, 5 feb (EFE).- Los líderes de la Unión Europea (UE)
celebrarán el próximo jueves una cumbre extraordinaria centrada en
las reformas económicas para la década 2010-2020 que, conforme pasan
los días, está adquiriendo tintes de reunión de crisis debido a la
presión de los mercados.
Las dudas de los inversores sobre la capacidad del Gobierno
griego para sacar adelante el severo ajuste presupuestario que el
país necesita se están contagiando y otros miembros de la zona del
euro con economías debilitadas por la crisis, como Portugal y
España, se ven ya castigados.
La cumbre del 11 de febrero fue convocada por el presidente
estable del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, nada más
asumir el nuevo cargo a principios de año, con la intención de
suscitar un "debate libre", sin decisiones, sobre el diseño de una
nueva estrategia de reformas económicas para esta década.
Pero los acontecimientos de esta semana, con caídas pronunciadas
de las bolsas europeas, dificultades crecientes de financiación para
algunos estados de la eurozona y retroceso del euro, están
transformando el guión y el propósito del encuentro.
"Pensar en salir de crucero con un conato de incendio en cubierta
parece temerario", comentaba estos días un diplomático en alusión a
la conveniencia de que los líderes aprovechen la cumbre para
centrarse en lo más urgente.
Y la urgencia consiste, según la mayoría de los analistas de
Bruselas, en que los líderes reafirmen la solidez y solidaridad de
la unión monetaria y digan públicamente que están determinados, cada
uno de ellos, a llevar a cabo las reformas y ajustes necesarios,
aunque resulten política y socialmente dolorosos.
El mismo mensaje de urgencia fue transmitido ayer por la cúpula
de la patronal europea, BusinessEurope, a los máximos responsables
de las instituciones de la UE: Herman Van Rompuy, José Manuel Durão
Barroso y Jerzy Buzek.
"Teniendo en cuenta que estamos en medio de una crisis profunda,
sería bueno que nos concentremos en temas esenciales y también que
nos concentremos en el tiempo", explicó el secretario general de la
patronal española, José María Lacasa, tras el encuentro con el
presidente de la Comisión Europea.
Previamente, el director general de la patronal europea, Philippe
de Buck, había comentado a los medios de comunicación que el
horizonte de 2020 es "demasiado tarde" para hablar de reformas.
Van Rompuy, que presidirá el próximo jueves su primer Consejo
Europeo, quiere el máximo de intimidad para la discusión: sólo
participarán los jefes de Estado o de Gobierno, no habrá ministros
ni asesores, no se aprobarán conclusiones formales y la prensa
estará alejada.
La discusión de los líderes, en contra de lo que es habitual, no
ha sido preparada por ningún órgano inferior, ni por ministros ni
embajadores, por lo que no circula ningún borrador.
Ha cambiado incluso el escenario, ya que no se celebrará en la
sede habitual, el impersonal y cuasisoviético "nivel 50" del
edificio Justus Lipsius, sino en la cercana Biblioteca Solvay,
inaugurada en 1902 y uno de los lugares de Bruselas más apropiados
para el estudio y la reflexión académica.
Según fuentes próximas al presidente, el propósito de Van Rompuy
es dar la palabra primero a Durão Barroso para que introduzca su
visión sobre los objetivos e iniciativas que deberán llenar de
contenido la nueva estrategia "Europa 2020".
Después hablará él sobre la "gobernanza", es decir, los
mecanismos para garantizar que esta vez los estados cumplen los
objetivos, el asunto más polémico sin duda.
La sugerencia del presidente del Gobierno español y presidente
semestral de la UE, José Luis Rodríguez Zapatero, de que la futura
estrategia debería contemplar "medidas correctivas" contra los
países que no cumplan provocó hace unas semanas reacciones muy
negativas en Berlín.
En un informe publicado esta semana por la Comisión Europea sobre
el balance de la anterior estrategia (2000-2010), el Ejecutivo
comunitario presentaba un balance con claroscuros: "En conjunto, la
Estrategia de Lisboa ha tenido un impacto positivo en la UE, si bien
sus principales objetivos no serán alcanzados".
Los dos principales objetivos cuantificados eran conseguir en
2010 una tasa de empleo del 70% y subir el gasto en investigación y
desarrollo hasta el 3% del PIB nacional.
Según el mismo informe, en 2009 España ocupaba el décimo quinto
lugar (de 27) en cuanto al gasto en I+D+i, y el cuarto por la cola
por la tasa de empleo. EFE